La historia de Lorenzo empezó hace más de un siglo en el océano, pero su vida dio un giro cuando terminó en el tanque de un restaurante en Long Island (🇺🇸). Por años fue una atracción del Peter’s Clam Bar, pero en una decisión poco común, el dueño decidió devolverle la libertad. 🦞🌊
Con el paso del tiempo, su longevidad lo convirtió en una leyenda viva del restaurante, donde los clientes lo visitaban y se tomaban fotos con él. El propietario afirmó que dejarlo morir o venderlo no era una opción, por lo que decidió que Lorenzo volviera al océano y terminara sus días como empezó, en el mar.
Con casi 10 kg de peso y más de un siglo de vida, su tamaño era impresionante, pero su historia lo era aún más. En lugar de ser un plato más en el Día Nacional de la Langosta, fue homenajeado con aplausos, buenos deseos y le entregaron el regalo de la libertad para poder nadar en aguas saladas, en lugar de terminar sus días nadando en mantequilla.
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