Por RTVE.es
La peligrosa y delicada evolución de los acontecimientos en Oriente Próximo tras el ataque de Irán a Israel depende ahora de los próximos pasos que tome el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu.
Mientras Irán ha dado por terminado su bombardeo con más de 300 drones y misiles a Israel en represalia por la muerte de varios de los miembros de su Guardia Revolucionaria en un ataque a su consulado de Damasco del que culpa a Israel, Netanyahu sopesa su respuesta atento a la reacción internacional, que pide contención. Teherán, no obstante, ha advertido que contratacará si Israel inicia su venganza.
«La situación depende ahora de si Israel siente la necesidad de tomar represalias, incluso mediante posibles ataques directos contra Irán», apunta el director del Programa para Oriente Medio y Norte de África del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Julien Barnes-Dacey, que considera que «sería un error» para Israel «confiarse» o «imaginar que Irán no desencadenará una respuesta mucho más impactante» que la del sábado, que apenas produjo daños materiales.
Así las cosas, la estrategia de Tel Aviv podría pasar ahora por la búsqueda de apoyos para «recolocarse como un actor internacional que lucha por defenderse», algo que «estaba perdiendo por el asedio a Gaza» y mostrarse como un «estandarte de los valores occidentales ante el extremismo religioso», según explica la profesora especialista en Oriente Medio de la Universidad Carlos III, Leila Nachawati. Irán, en cambio, estaría intentado hacer que la cuestión de Gaza «dejara de ser local para convertirse en regional», opina.
A la espera de la decisión de Israel, la preocupación no deja de extenderse. «Hay que calmar esa tensión porque el riesgo de extensión del conflicto es más alto que nunca», ha indicado al Canal 24 Horas, Jorge Dezcallar, diplomático español y exdirector del CNI, que apunta a que una respuesta israelí podría ser un «error», ya que ambos ya «han demostrado su fuerza» y no se debería «ir más allá».
NUEVA CRISIS PARA NETANYAHU
Esta nueva crisis supone un nuevo desafío para Netanyahu, cada vez más aislado en la esfera internacional por el asedio en Gaza, donde ya han muerto más de 30.000 palestinos. Su liderazgo, ya marcado por su polémica reforma judicial, se suma al descontento de los israelíes que piden la liberación de los más de 200 rehenes tomados por Hamás el 7 de octubre y las propias presiones dentro de sus socios de Gobierno.
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