viernes, 24 de enero de 2014

Juan Pablo Duarte: cronologías históricas del nacimiento de un patricio

Por: profesor Octavio García

En la isla de Santo Domingo desde la llegada de los españoles han venido sucediendo acontecimientos que han ido trazando la ruta del avance y el retroceso de nuestras gentes.  El siglo XVII marcó la vida de los antiguos habitantes de manera significativa.
La poca atención por parte de España y las continuas sequias diezmaron los recursos naturales de estas tierras, provocando hambrunas y enfermedades que dieron al traste con la toma, por parte de Francia de la parte este de la isla bajo el tratado de Basilea en el 1795 luego de duras luchas.
Estos acontecimientos produjeron que en 1802 la parte cedida a Francia bajo el tratado de Basilea fuera invadida por Ferrand, trayendo consigo una revuelta encabezada por Juan Sánchez Ramírez en el 1809 que procuraba el dominio español en toda la isla, sin que estas causaran el impacto deseado; solo prolongando la crisis en las actividades económicas, sociales, políticas   y culturales, conocido posteriormente como el periodo BOBO de nuestra historia por la ya antes mencionado.

Estas intentonas de Sánchez Ramírez por palear una situación provocada por la corta visión española si se quiere, despertó el interés de una familia, y con ella el nacimiento de unos de los seres humanos más trascendentales.  El Emmanuel de nuestra media isla, quien a pesar de su corta edad, su visión y su misión ya estaban definidas en pro de darnos una identidad.
Juan Pablo Duarte, el forjador de nuestra libertad, el visionario, el prócer, el inmaculado, el único padre de la patria de la República Dominicana cuyo valor histórico no ha sido resarcido como se merece.
Con el transcurrir de los tiempos, superada algunas situaciones, llegaron otras adversidades históricas de finales y principios de siglo que provocaron la llegada del dominio haitiano hacia estas tierras lo que rompió con nuestro esquema de trabajo y de desarrollo intelectual.
Sin embargo Manuela Diez y Juan José Duarte, quienes forjaron una familia prestigiosa para la época, rica en valores si se quiere, intuyeron la necesidad de que su hijo saliera del país a temprana edad para librarlo de la anarquía intelectual y económica que se veía venir con la presencia haitiana dirigiendo nuestras tierras y nuestras riquezas.
Eso es a lo que llamamos una familia integra, inculcadora y conocedora de los valores sus hijos, con sobradas virtudes y talentos.  Es ahí que radica la grandeza de esta familia, al decidir enviar a su hijo a Europa ya que la presencia haitiana destruyó el esquema educativo; cerrando las puertas de escuelas y universidad para impedir el crecimiento intelectual de la isla.
Esta decisión familiar trajo consecuencia positiva a nuestras tierras ya que la inteligencia, la habilidad y la madurez que este niño poseía sin haber cumplido la mayoría de edad,  pudo absorber todo lo que en materia de desarrollo político, social e intelectual se venia gestando en Europa bajo la dirección de Rousseau, Montesquie, Voltaire, Luck; que cambiaron la vista del europeo de la época y sus consecuencias gravitaron en una América sedienta de cambios y de independencia de sus destinos.
Estas epopeyas europeas fueron asimiladas por los latinos, dando al traste las independencias a lo largo del corredor peninsular al que hoy conocemos  como América Latina.
Estas corrientes libertaria en los países hermanos despiertan en un ser humano parecido a lo perfecto, a un líder pro activo y descentralizador, un canalizador, un proyector de visiones, un maestro en los hechos y en las palabras, un prohombre carente de ambiciones personales o particulares que no fuera la de lograr la independencia de nuestras tierras, el verdadero creador de nuestro proyecto de nación.
A partir de esas características podríamos formularnos la siguiente pregunta, ¿existe en la República Dominicana de hoy una persona dotada esos valores de Duarte? La respuesta la conocemos, pero la dejo en el ambiente para que la postrera generación de dominicanos y dominicanas la contesten. 
Necesitamos en estos tiempos, familias conscientes de su rol social, forjadora de valores para acabar con nuestros males, sobre todo con los robos, la criminalidad, el alto consumo y venta de estupefacientes. Defensoras de nuestros valores morales, culturales, forjadora y soñadora en la inculcación de virtudes para que sus hijos piensen en una misma línea y que busquen un mismo objetivo, la de encaminar nuestra nación hacia  lo que podría llamarse un verdadero proyecto de nación que sea incubadora de los próceres de estos tiempos.
Duarte fue y seguirá siendo un ejemplo a seguir, un desprendido de voluntades particulares, un  enarbolado de los principios clásicos de la sociedad gregoriana de que debamos proyectar las ideas de gobernar por y para la patria es hacerlo para nosotros mismos.
Necesitamos individuos nacionales que proyecten y defiendan lo nuestro como lo hizo Félix Sánchez, que dejó la tentadora oferta norteamericana para venir a defender los colores patrios.
Hombres como Caamaño, Amín Abel Hasbum, Otto Morales, Sagrario Díaz, la María Trinidad Sánchez del siglo XX de nuestra historia y en tiempos mas presentes, el profesor Juan Bosch quien pudiendo tenerlo todo económicamente prefirió una vida humilde y entregar sus conocimientos y sus ideales a la noble tarea de educar a nuestro pueblo.
Vamos a devolverles el pensamiento y la creencia a nuestras gentes de que todavía es posible construir una patria con valores positivos como lo ameritan estos tiempos.
Emulemos los principios y valores duartianos para que logremos izar la bandera del desarrollo, el decoro, la dignidad y el respeto. 
Ayudemos al presidente Danilo Medina y al Ministro de Educación a forjar  la presente y futura generación de dominicanos para llegar a la meta que estos grandes hombres se embarcaron.



  

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