lunes, 17 de junio de 2013

“LA HUMILDAD DE UN HEROE”


Por Edward García

Las Flores que no se destinaron hacer  arrojados al paso de los héroes van a parar a la residencia de Juan de la Cruz Alfonseca, el gran amigo de la familia Cáceres, en cuya morada fue asesinado Meme y quien ahora reside en una casona colonial de la calle del comercio.
¿Cuál es la causa de esa concentración floral?, ya sea divina, ahí se hospedara Mon Cáceres. En toda la ciudad de Santo Domingo no ha quedado una sola flor en su propia planta así lo afirma el único diario de la época. Cuando Mon llega a la casa del viejo amigo, después de haber acompañado al presidente Vásquez hasta su hospedaje de la calle Santo Tomas (o del arquillo) No.16, una vez terminadas las ceremonias del día, se queda asombrado ante la cantidad de floridos ramilletes y de coronas de laurel que le da delicado mucha gente.

Agradecida de los diferentes sectores sociales. Está verdaderamente abrumado, por mi con homenajes ni su investidura le hacen cambiar su natural sencillez y jovialidad. Los miembros y amigos de la familia Alfonseca esperaban encontrarse con un hombre más o menos poseído por la idea de su importancia, pero lo que ven es un muchacho grande que no conoce el envanecimiento, ríe de cualquier cosa y busca el contacto con los niños y adolecentes sin permitir que se te dispense ningún trato especial después de cena en el balcón corrido de la casa del hospedante, llega hasta sus oídos la música del concierto (“la retreta”), según el vocabulario local que la banda militar dedica a los héroes del 26 de julio, con numerosa y animada concurrencia en la vecina plaza de Colon.

 A la mañana siguiente se viste Mon con su mejor ropa y se dirige a pie al cercano Palacio Nacional para tomar posesión de un despacho que no apetece y que esta dispuesto a dejar en pocos días. El no acabó con Lilis para ser gobernante. Eso no estaba en sus proyectos, lo hizo para dar término a un régimen criminal que martirizaba a los dominicanos. 

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