Por Jacqueline Hidalgo
Si bien es cierto que la música es una
expresión del alma que en términos humanos se llama arte o cultura, no menos
cierto es que el cultivo de determinado género musical puede ser altamente
nocivo para la salud mental y la integridad familiar sobre todo de los jóvenes
por ser los más vulnerables a consumir canciones y ritmos con un alto índice de
disfunciones eróticas, obscenidades, y contenido con mensajes distorsionados.
Hay que ser
justo y reconocer que los géneros URBANOS o CALLEJEROS tienen ritmos
contagiosos a los cuales debemos darles el crédito de que han marcado las
pautas para unir a toda una generación de jóvenes sin importar condición
social, raza o color: a bailar, corear y hasta ser utilizados para vender un
producto o una campaña electoral.
Pero no
siempre ese ritmo y sobre todo su contenido caen en lo agradable, pegajoso o lo
divertido de un baile o de un instrumento de marketing. Los reggaetón son productos y ritmos diseñado
bajo las misma tesitura del género urbano cuyo contenido visual y acústico es
altamente discriminatorio y violento, con un meta mensaje para la juventud muy
negativo y funesto; sobre todo en una sociedad subdesarrollada como la nuestra.
Las
actitudes y comportamientos de los intérpretes de estos géneros musicales
suelen ser muy vulgares y estrambóticos, matizados en muchos casos por la violencia de géneros,
el consumo de drogas y la buena vida, en las cuales, adultos, adolescentes e
incluso niños han copiado esos modelos que se están viendo reflejados en el
espejo de nuestra República Dominicana, llegando incluso estos segmentos
señalados a robar y matar para poder llegar a tener o mantener un statu quo
parecido al de su ídolo musical.
Sin ánimos
de fomentar la discriminación hacia la música ni de querer limitar la libertad
de expresión y creatividad, creo preciso enfatizar que la clase artística también
debería jugar un rol de responsabilidad y a la hora de un artista o compositor
sentarse a componer y escribir un tema, tomar en cuenta que lo que se escucha se
aprende y que ellos no seleccionan a su
público sino que el público los elije a ellos.
Entonces es
recomendable que los artistas cooperen con la formación de los jóvenes y
adolescentes puesto que ellos se
convierten en ídolos y por ende sus voces pasan a ser las más escuchadas.
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