VENDIDA 23 VECES Como 'VIENTRE FÉRTIL': Esclava AHORCÓ A Los 23 COMPRADORES UNO POR UNO
En el año de 1791, en las colonias españolas del nuevo mundo, existió una mujer cuya historia haría temblar los cimientos de la sociedad esclavista. Su nombre era Catalina, aunque este nombre le fue impuesto por sus primeros captores. Ella había nacido libre en las costas de África occidental, en una aldea donde el río encontraba el mar, donde su verdadero nombre significaba "la que trae lluvia después de la sequía". Pero ese nombre quedó enterrado en su memoria junto con todo lo que alguna vez fue.
Catalina tenía apenas 16 años cuando fue arrancada de su tierra. Los tratantes de esclavos portugueses llegaron una madrugada cuando la niebla aún cubría los campos. Ella estaba recogiendo agua del río cuando escuchó los gritos. Corrió hacia su aldea, pero ya era tarde. Las chozas ardían. Su madre yacía en el suelo. Su padre intentaba defender a los más pequeños con un machete oxidado contra los mosquetes de los invasores. Catalina intentó huir hacia la selva, pero la capturaron.
La encadenaron junto a otros 50 cautivos. El viaje hasta la costa duró 3 semanas; 23 de ellos murieron en el camino. En el barco negrero, Catalina fue marcada con hierro candente en el hombro izquierdo, la marca del comerciante que pagó por ella. Durante los tres meses de travesía atlántica, ella vio morir a 42 personas más en las bodegas oscuras y pestilentes.
Llegaron a Veracruz en pleno agosto, cuando el calor era insoportable. En el mercado de esclavos, los compradores la tocaban, le abrían la boca para examinar sus dientes, le palpaban los brazos y las piernas como si fuera ganado. Un médico la examinó y declaró que era fértil, joven y fuerte. Esto selló su destino.
El primer comprador fue un comerciante llamado Baltazar Quiroz. Él no la compró para trabajar en los campos; la compró específicamente porque el médico había certificado su fertililidad. En aquellos tiempos, algunos comerciantes inescrupulosos veían en las mujeres esclavas jóvenes y fértiles una inversión diferente: las utilizaban para reproducirse, para crear más esclavos que luego venderían. Era un negocio cruel pero lucrativo.
Catalina no entendía español todavía, pero entendió perfectamente las intenciones de Quiroz cuando la encerró en una habitación pequeña y oscura en su hacienda de las afueras de Veracruz. Durante tres meses, Quiroz la visitaba cada noche. Le llevaba comida, pero ella apenas probaba bocado. Había perdido toda esperanza. Rezaba a los dioses de sus ancestros, pero sentía que la habían abandonado. Cuando Quiroz confirmó que ella estaba embarazada, su actitud cambió. De repente la trataba con cierta consideración, le daba mejor comida, la trasladó a una habitación más grande. Pero Catalina sabía que esta bondad era falsa, calculada. Ella no era una persona para él, era una herramienta de producción..... Fuente...

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