Por Manuel Antonio Vega
La memoria de Florentino Echavarría resplandece con la luz de los hombres sin miedo.
Su vida, tejida entre el patriotismo ardiente y el desafío a la autoridad, le reserva un peldaño cimero en la historia.
Fue un militar, un revolucionario y un hatero de estirpe noble cuya valentía llegó a humillar al mismísimo dictador Ulises Heureaux, "Lilís".
Con juventud en la forja y gritos de guerra indicaban que
Florentino no era un hombre de cuna criolla; natural de las Islas Canarias, emigró a Hato Mayor junto a su padre, Don Dionisio Echavarría de Toledo, descendiente de Doña María de Toledo.
Radicado en el casco urbano tras un paso por La Pringamosa, su juventud la pasó "derritiendo plomos contra los haitianos y contra los españoles" en los campos de batalla.
Su hoja de servicio en el Ejército Dominicano está repleta de gloria. La tradición lo señala como el oficial clave en la decisiva Batalla de Santomé, cuyo grito: "¡Péguenle fuego a la sabana!" forzó el retroceso de las tropas haitianas.
Con el primer grito restaurador en el Este, la madrugada del 2 de octubre de 1863, Echavarría no dudó en secundar la toma de Hato Mayor.
Durante los ataques a la plaza española, fue apresado y desterrado a Cuba en 1864, junto a otros valientes.
En un giro del destino, la Reina Isabel II, deseosa de conocer a "los paisanos que pelean contra España", mandó a traer a los presos.
Al contemplar a los hombres esposados, la soberana quedó impresionada por el porte elegante de Florentino.
Ante la pregunta de por qué, con su refinamiento, era un enemigo tan fiero, Echavarría respondió con orgullo: "Soy guapo, porque yo soy de origen español; mi madre, española pura... Mi padre lleva en su sangre la descendencia de doña María de Toledo".
Conmovida por su ascendencia noble, la Reina, mediante un despacho real, nombró a Florentino coronel del Ejército Español. Él aprovechó el momento para pedir el indulto de sus compañeros hatomayorenses.
Tras la Guerra Restauradora, Florentino se reintegró a la sociedad, ocupando puestos de relevancia: Alcalde Comunal (1865) y Comandante Jefe del Batallón de Hato Mayor (1874).
Fiel seguidor del caudillo Buenaventura Báez —un baecista furibundo—, apoyó decisiones polémicas como el arrendamiento de Samaná y manifestó su adhesión al sanguinario Báez en 1876.
Políticamente, incluso respaldó el movimiento que buscaba convertir a Higüey en la Capital del Este en 1877.
El Duelo Cancelado
Cuando Lilís juró matar a Florentino
el clímax de la
vida de Echavarría llegó el 28 de mayo de 1887.
El Presidente Ulises Heureaux ("Lilís") se presentó al Ayuntamiento de Hato Mayor y, al no recibir el protocolo esperado, montó en cólera.
El dictador, buscando un ejemplo de su despotismo, reclamó desde la tribuna la presencia del General Florentino Echavarría.
El hatero, desafiante, se negó a ir. De pie, frente a la puerta de su hogar en la calle Las Mercedes No. 47, envió un mensaje que estremeció al pueblo: quien debía llegar hasta él era el General visitante, el Presidente de la República.
Lilís, indignado, suspendió su discurso, desenvainó su sable y gritó: "¡Bendito sea Dios, Florentino Echavarría sí que es guapo, decirle que no al Presidente Lilís...!" Juró que iría a matarle.
A pesar de las súplicas de su hermana Matilde, que se arrodilló para que huyera, Florentino se mantuvo inmutable.
El Presidente de la República llegó al centro de la calle; el rebelde, en la puerta de su casa, lo encaró.
Se miraron sin temor a batirse, ante el silencio sepulcral de los espectadores que esperaban un desenlace trágico.
Pero la valentía pura desarma hasta al déspota.
Echavarría invitó a Lilís a entrar. Heureaux, envainando su sable, proclamó:
"¡Caramba: Tú sí que eres guapo!... Yo, Lilís, he venido a rendirme a tus plantas."
El feliz desenlace fue celebrado con cervezas y puertas abiertas. Lilís, emocionado por la familia de Florentino especialmente por su esposa Carmen González Ramírez, de "piel indio quemado y trenzas que le llegaban a la cintura", manifestó que hasta ellos eran fieles al baecismo "colora'o".
El final de un héroe
La amistad forjada en ese desafío fue tan sincera que solo la muerte pudo separarla.
Echavarría y Heureaux se hicieron "compadres de a verdad" e intercambiaron regalos hasta el final.
Paradójicamente, la muerte de su amigo y compadre, el ajusticiamiento de Lilís el 26 de julio de 1899 a manos de los mocanos, Ramón Cáceres y Jacobo de Lara, fue la que causó la suya.
Florentino Echavarría sufrió un ataque cardíaco que lo dejó en coma, falleciendo doce días después.
Atrás quedaba el legado de un hombre sin miedo, cuya estirpe siguió dando frutos en Hato Mayor con su nieta, Zeneida Echavarría (1905-1986), conocida como "El Oráculo de Hato Mayor" por su asombrosa retentiva histórica.

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