sábado, 24 de mayo de 2025

El manejo de las basuras refleja una profunda brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollados

 

Imagen de archivo
Por Mauricio Toribio
El manejo de las basuras refleja una profunda brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollados. Mientras que en muchos países pobres los residuos son sinónimo de contaminación, insalubridad y desorden urbano, en los países desarrollados los desechos se han convertido en una fuente de desarrollo económico, innovación y sustentabilidad.

Desde el punto de vista medioambiental, el impacto de las basuras es devastador cuando no se gestionan correctamente: contaminación de ríos y mares, generación de gases de efecto invernadero, proliferación de enfermedades y pérdida de biodiversidad. Pero más allá del daño, lo preocupante es cómo esta crisis se agrava por la falta de visión estratégica en muchos países subdesarrollados.

En contraste, naciones desarrolladas han transformado el problema en una oportunidad. Suecia, por ejemplo, no solo recicla más del 90% de sus residuos, sino que incluso importa basura de otros países para alimentar sus plantas de conversión de residuos en energía. Este modelo no solo resuelve un problema ambiental, sino que genera electricidad, calefacción y empleo, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.

Además, la basura ha sido usada en países industrializados para recuperar y expandir territorios, como ocurre con tierras ganadas al mar o espacios recreativos creados sobre antiguos vertederos, como el famoso parque Freshkills en Nueva York.

El reciclaje y la valorización de residuos generan empleo en toda la cadena de gestión de residuos, desde la recolección y clasificación, hasta la innovación tecnológica y el diseño de productos sostenibles. Este sector podría representar una oportunidad vital para países en vías de desarrollo, pero muchas veces se desperdicia por falta de infraestructura, voluntad política, o simplemente por no reconocer el valor que contienen los desechos.

En conclusión, la basura no es un problema en sí misma, sino el reflejo de cómo una sociedad elige gestionarla. Mientras los países desarrollados la convierten en energía, empleo y desarrollo, muchos países subdesarrollados siguen viéndola solo como desecho, perdiendo una oportunidad valiosa para avanzar hacia un futuro más sostenible y justo.

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