lunes, 19 de septiembre de 2022

Involución de Abinader: loca caravana de negocios y tratativas (OPINION)

 


Por MAXIMO SANCHEZ

Durante las décadas de 1970 y 1980 del siglo pasado, el profesor Juan Bosch sostenía la teoría de que, el escaso desarrollo económico, político y social de nuestra sociedad, había permitido que entes individuales, en diferentes etapas de nuestra historia, suplantaran la estructura de clase que debía regir el poder político en el país.

Y lo explicaba en detalle, para que fuera comprendido por las partes más humildes y menos educadas de la sociedad; decía, por ejemplo, que el sector hatero encabezado por Pedro Santana en la parte Este de la isla, no era la clase mayoritaria de la población, que la mayoría de la población pertenecía a la pequeña burguesía, liderada por la Trinitaria organizada por Juan Pablo Duarte, y que había sido el sector protagonista a partir del 27 de febrero de 1844.

Pedro Santana usurpa el liderazgo de los trinitarios en el fragor de la lucha independentista, y luego los expulsa de la Junta Central Gubernativa, asumiendo él, el papel de gobernante; desplazando así, el sector político que inició el proceso de independencia y que dio lugar a la construcción de la República.

Y desde entonces, se sucedieron en el poder caudillos que se rodearon de seguidores que, nunca representaban la élite intelectual y política del país.

En las postrimerías del siglo pasado, Bosch introducía estas explicaciones para sustentar su teoría de la ausencia de una clase gobernante en la República Dominicana; decía, tenemos una clase dominante que lidera las actividades económicas y sociales, pero no una clase gobernante que determina el futuro del País.

Con la llegada del PRD en 1978 al poder de manos del presidente don Antonio Guzmán Fernández, entramos en otro ciclo, donde las élites políticas pasaron a jugar el rol que se les había negado en el devenir histórico.

Las divergencias y las ambiciones de los diferentes sectores que conformaban el Partido Revolucionario Dominicano, les impidieron mantener el poder, y más que eso, contribuir con lograr objetivos progresistas para la Nación, pero, se puede decir que después de muchos años de vida republicana, es la primera vez, en un periodo apreciable de tiempo que una élite política, dirige el Estado dominicano.

Toda esto viene a cuento, porque después de haber pasado por las primeras dos décadas del presente siglo, gobernado el país por la élite que devino a ser el Partido de la Liberación Dominicana, donde si bien es una verdad de Perogrullo que hubo políticos que se convirtieron en empresarios multimillonarios, no es menos cierto que cuando tomaron el poder, eran solo políticos, intelectuales y profesionales de clase media, que continúan en su misma condición de clase y sus mismos oficios la inmensa mayoría.

Bueno, pero cuando el PRD en su versión PRM vuelve al poder, con Luis Abinader encabezando este gobierno, de verdad se da un cambio, pero hay que reconocerlo y evaluarlo en su verdadera dimensión y significado.

El presidente Abinader ha incorporado a los empresarios a la dirección del Estado; personas cuya vida y formación han estado dedicadas a realizar negocios, han copado las instituciones públicas; lo que ha desatado, una loca caravana de negocios y tratativas en los intereses básicos del pueblo dominicano.

Los funcionarios empresarios, encabezados por la Vicepresidenta y sus amigos, comenzaron con el negocio del Covi-19 y la salud, y han continuado con todo lo que tiene que ver con el hambre y la necesidad de subsistencia física de todos los dominicanos; importaciones desde medicina, pan de agua, pollos de Brasil, y todo lo que deje beneficio a sus empresas.

El genio del Presidente, ha diseñado un plan para desvalijar al Estado de sus principales activos económicos; la llamada participación público privada, es un verdadero fraude con el fin de llevar a las manos de los empresarios los activos del Estado.

El fideicomiso de Punta Catalina tuvo un rotundo rechazo de la población, pero, aun así, se ha continuado calladamente aplicando, con los beneficiarios ya instalados dentro de la empresa estatal.

La involución creada por Luis Abinader dentro del accionar político del poder, ya tiene una repuesta en su propio partido, con la sublevación de algunos dirigentes; pero, lo que deducimos que puedan ser los resultados de estos 4 años de gobierno, sería un despojo colosal de las riquezas del pueblo dominicano.

Si hay ex funcionarios del anterior gobierno encartados por fraudes de decenas de miles de millones de pesos, que no sabemos si serán juzgados y castigados, porque se ha venido demostrando que el brazo de la justicia se acorta diametralmente opuesto al tamaño de la fortuna enajenada; creemos que estos serán “chivitos jartos de jobo”, cuando este gobierno termine y sus empresarios se queden con empresas que valen miles de millones de pesos.

Todo dominicano debe abrir los ojos, y vigilar para denunciar estos despojos del patrimonio nacional; es cierto que solo restan dos años; pero, los decretos desafortunados y las leyes inicuas se hacen en un abrir y cerrar de ojos.

jpm-am

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