Con alrededor de 110 palestinos muertos por los intensos bombardeos y los ataques del Ejército israelí en la Franja de Gaza, la escalada bélica iniciada hace una semana se ha tornado horrorosa.
Muchas de las víctimas no han sido combatientes de los movimientos palestinos Hamás y Yihad Islámica, sino niños y civiles alcanzados por la devastadora ofensiva militar ordenada por el gobierno de Israel.
El curso de los acontecimientos demanda una rápida intervención de Estados Unidos y las potencias occidentales que no debe limitarse a las diplomáticas exhortaciones a un alto el fuego. Si Occidente hubiera intervenido desde el inicio de la escalada bélica tantas personas no hubieran perdido la vida ni resultado heridas en los combates.
Como principal aliado de Israel en el convulso Medio Oriente, el presidente estadounidense Joe Biden tiene que actuar con más energía para lograr un alto el fuego y reabrir las negociaciones en la región.
El asunto ahora no es buscar culpables, aunque es más que sabido que Israel suele reaccionar con implacable ferocidad ante cualquier ataque de la milicia palestina. La respuesta del gobierno israelí frente a los proyectiles disparados desde la Franja de Gaza ha sido indiscriminada, como si se quisiera exterminar no solo a la milicia palestina, sino a toda la población.
Las potencias occidentales y las Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU) deben evitar otro holocausto o masacres tan conmovedoras como las de Sabra y Chatila.
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