El mundo respira aliviado después de que Donald Trump haya renunciado a continuar la escalada bélica con Irán, alejando el fantasma de la guerra que muchos auguraban.
Presionado por el Congreso, que quiere limitar su capacidad de acción, el presidente estadounidense ha jugado la carta de la prudencia.
Trump anunció que castigará a Teherán con nuevas sanciones, pero no evocó la posibilidad de una respuesta militar al ataque iraní contra dos bases estadounidenses en Irak. “No sufrimos ninguna baja -explicó-. Todos nuestros soldados están a salvo y solo se produjeron daños mínimos en nuestras bases militares. Irán parece que se está retirando. Algo que es bueno para todas las partes implicadas y muy bueno para el mundo”.
Trump parece que quiere dejar la patata caliente en manos de la OTAN. Ha llamado a su secretario general, Jens Stoltenberg, para que la Alianza Atlántica intensifique sus esfuerzos en Oriente Medio.
Dos cohetes impactan cerca de la embajada estadounidense en Bagdad
En la región, la tensión sigue siendo muy elevada, como muestran los dos cohetes que impactaran este miércoles, sin provocar víctimas, cerca de la embajada estadounidenses en Bagdad, en la llamada Zona Verde, que alberga un gran número de legaciones diplomática y edificios gubernamentales.
“Nosotros no empezamos la escalada -declaró ante la prensa el jefe de la diplomacia iraní, refiriéndose a la operación estadounidense que mató al general Soleimaní- La presencia masiva y sin precedentes del pueblo iraní en las calles (durante el funeral) debería servir para hacer entrar en razón a Estados Unidos”.
Muchos analistas estiman que el ataque iraní contra las bases fue diseñado para no causas víctimas. Para Teherán se trataba de mostrar que había vengado la muerte de su general, pero sin alimentar una escalada militar con Estados Unidos.
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