Por: Elba Lucia López Peña
En silencio me he quedado en tantos días de soledad y razón. Ver como las cadenas de poder y nepotismo se enlazan en condiciones de parentesco natural, arruinado mi calidad de vida y la del pueblo, con fisonomías de perversidad.
Aprendí de mis padres el amor perenne y sutil de los tuyos sin garantías. No he confirmado con tal certeza la red de ¨ complicidad en el vínculo intimo familiar del partido de gobierno ¨ implicados en esta canallada partidista.
Tener como retribución un serón de ¨cuarto¨ a costa de mi dignidad es un descaro injustificado protegiendo al padre de familia que necesita cuidar de sus retoños. Se habla de sumas temibles de dinero en nóminas que yo pago ¨que consagra a esposas (os), hermanos, primos, cuñados, tíos, suegros y contra-parte de los ¨compañeritos¨. Todos embajadores de fe, que secuestran al erario depravando al noble a sabiendas de su condición.
Es imposible vincular las necesidades primarias de un pueblo con la falta de políticas públicas enfocadas a transformar la vida de los que menos oportunidades tienen, asesinando a la clase media legitimando mayor carga impositiva; mientras el estado sustenta su accionar con mercenarios excluyentes sin sentimientos, vocación de servicio, actores de buena voluntad y solidaridad, despilfarrando tiempo ¨votando¨ por colores inertes con falta de sensibilidad.
Descerebrados e indolentes sin conciencia, jugando a la tragedia de cada dominicano abriendo cada vez más la brecha de la pobreza. Un estallido social se aproxima, que marcara una nueva era sesgando de modo inusitado la democracia que enferma, ya sucumbe.
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