sábado, 6 de abril de 2019

OPINION – “Injerencia y soberanía”: vocablos cínicos del léxico socialista

 he sostenido en mis modestas opiniones, que no hay terreno más fértil y  más proclive para el engaño, el cinismo, la burla y el descaro, que el ejercicio de la política deshonesta, transgresora, inmoral, oportunista y la que apuesta en su éxito basado en la ingenuidad y el desconocimiento  de una gran parte de los ciudadanos que conforman los pueblos.

Conocedores de esas debilidades, los mentirosos del quehacer político  dan rienda suelta a sus engaños, habilidades del pensamiento y  las palabras para embaucar y convencer en cierta manera a sus interlocutores, decirles lo que quieren escuchar y no las realidades que deben oír y en tergiversar las cosas y hacerlas verlas a su favor. En síntesis, se valen de la semántica política como método de manipulación mental  par ser vistos como los únicos y auténticos salvadores de los pueblos.
Lo anterior vienes al caso, porque hay  expresiones muy populares en la jerga socialista, izquierdista o comunista – como usted prefiera llamarlo,  que para el caso da igual pues es todo lo mismo- que uno escucha a menudo o lee en los diarios. Un ejemplo típico de ello son las palabras  “injerencia y soberanía”. La primera,  no es más que la acción de inmiscuirse o entremeterse en algo ejerciendo influencia o haciendo uso de su poder. La segunda, es la manera de ejercer la máxima autoridad dentro de un  marco territorial determinado.
En ese tenor , fue que el último presidente de Checoslovaquia,  Václav Havel Havlová  quien también fuera escritor y dramaturgo, dijo del lenguaje que usa la izquierda revolucionaria que: “Lo verdaderamente peligroso del comunismo no sería tanto la fuerza bruta sino el lenguaje conque se le disfraza.” Es la forma engañosa, mentirosa y manipuladora que utilizan para idiotizar a los demás y que les crean todas sus mentiras y las justificaciones de sus acciones.
Hay ciertas expresiones que forman parte de esa amalgama de frases muy típicas y folclóricas  en el hablar socialista, muchas de ellas ya mayores de edad, otras en desusos y algunas renovadas de acuerdo al país y las circunstancias. Podemos citar entre otras: “Hombro con hombro y caiga quien caiga”, “Muerte al yankee opresor”, “!Patria o muerte, venceremos!”, “El clamor de la gleba enardecida”,  “Se escuchará el silbido de las balas”, “El rugir y el tableteo de las ametralladoras” o “Se quieren robar nuestras riquezas”.
Una de las clásicas para justificar su decisión de  venir a vivir en los Estados Unidos, contrario a lo que pregonan y evidenciando su hipócrita y descarada conducta es la siguiente:  “Estamos aquí para destruir al monstruo dentro de sus propias entrañas”, sin olvidar: “Venimos aquí para recuperar lo que nos han robado”, siendo ésta última frase usada por un conocido articulista sabatino que,  siendo un socialista de corazón juró defender la ciudadanía estadounidense que él eligió.
Pero, dentro de este panorama de expresiones socialistas, hay dos que realmente se llevan todas las palmas por sus incongruencias que chocan con la realidad de su descaro: injerencia y soberanía. Sabemos de la epidermis sensible de los regímenes izquierdistas que, desde que se les reclama la atención por sus turbias acciones en contra de los pueblos bajo su control, reclaman el “respeto a la  la soberanía y la no injerencia” de la nación que gobiernan.  Sin embargo, la historia reciente nos demuestra que, si hay quienes no respetan la soberanía de ningún país y sus acciones son una injerencias descaradas,  son precisamente, los gobiernos izquierdistas.
La injerencia cubana en América Latina
 La historia moderna, la cual obviamente incluye el período de la implantación de la dictadura castrista desde el 1 de  enero de 1959 hasta el presente, nos demuestra con claras evidencias que si ha existido un régimen de suma  injerencia y violador de la soberanía de otras naciones, ese ha sido el la  Cuba socialista de los Castro. Veamos los hechos y que el lector juzgue:
  1. a) Fidel Castro asumió el poder el 1 de enero 1959 y a los dos meses y 19 días de ello,  o sea el 19 de abril 1959, envió a Panamá una misión guerrillera la cual zarpó del puerto de Batabanó en un yate con 60 hombres armados, para derrocar al gobierno legítimo del presidente Ernesto de la Guardia Navarro. La rápida denuncia del gobierno ante la OEA, la movilización de las fuerzas de ese país con la ayuda de soldados de Estados Unidos y Guatemala, dieron al traste con la pretensión de Castro. Como era obvio y algo típico en su  naturaleza mitómana, Fidel Castro negó tal apoyo y dijo que todos esos guerrilleros cubanos actuaron solos e iban a ser castigados, haciendo un show político a lo que es habitual en Cuba. Bajada la marea de su primera intromisión, poco después todos fueron liberados y siguieron haciendo sus vidas normales cada uno.
  2. b) Si algo caracterizó a Fidel, era su terquedad en sus objetivos y por ello, a pesar del fracaso en Panamá, volvió de nuevo a lo mismo y en junio de 1959 envió otra expedición con 60 guerrilleros cubanos, nicaraguenses y de Guatemala, en esta ocasión para derrocar el gobierno de Nicaragua que presidía Luis Somoza Debayle.  Esta vez, desembarcaron en las costa de Honduras para luego avanzar hacia la patria del poeta Félix Rubén García Sarmiento (Rubén Darío).  En esta ocasión, fueron sorprendidos por los soldados hondureños que mataron a 6, hirieron 15 y el resto capturados. Algunos sobrevivieron y regresaron a Cuba volviendo a recibir entrenamiento para convertirse luego  en los “sandinistas de Fidel”  que en el 1979 se hicieron con el poder.
  3. c) Dos meses más tarde, o sea, en agosto de 1959, les tocó el turno a la República de Haití. En esta ocasión unos 30 hombres de mayoría cubana, zarparon de Baracoa con la finalidad de derrocar al dictador Francois Duvalier (Papa Doc). El gobierno haitiano contó con el apoyo del general Pierre Mercerón,  su lealtad y todos los guerrilleros fueron aniquilados, excepto cuatro jóvenes cubanos que  fueron detenidos, interrogados y luego deportados hacia Cuba.
  4. d) Previo a lo de Haití, también Fidel Castro le aplicó la dosis de una invasión guerrillera a Rafael Leónidas Trujillo Molina (El Jefe), cuando el 14 de junio de 1959, en un avión C-46 con la bandera dominicana, despegó de Cuba aterrizando en Constanza. De nuevo, el mismo show negando lo ocurrido, pero, en esta ocasión, fue en boca de Camilo Cienfuego quien “arrestó” al piloto del avión de nacionalidad venezolana. Paralelamente a esto, se enviaron unos 160 guerrilleros en un barco que desembarcó próximo a Puerto Plata. Trujillo los eliminó casi a todos, sobreviviendo unos cuantos entre ellos el cubano Delio Gómez Ochoa.
  5. e) En el 1962, ni la patria del Gral. José de San Martín, ni el hecho de que quien dirigiera este ataque guerrillero por encargo del mismo Fidel, el argentino Ernesto Guevara de la Serna “El Che” (tanto que critican y condenan los comunistas a los “traidores”)  haya nacido en Argentina, éste envió a su país a unos cuantos combatientes para establecer una guerrilla rural en la provincia de Salta. Fue un fracaso total: no contaron con el apoyo del campesinado, muchos murieron de hambre, otros en los enfrentamientos con militares y el resto capturado.
  6. f) El tirano Castro no cesó en su afán de extrapolar su revolución cubana a Latinoamérica, en su delirio de grandeza y creerse un Alejandro Magno. Por eso, en la década de 1960, entrenó en Cuba a unos 200 jóvenes peruanos comunistas en el combate de guerrillas, los cuales procedentes de Cuba reingresaron al Perú para llevar a cabo lo aprendido y dar al traste con el gobierno de Fernando Belaúnde Terry. Pero, éste (Belaúnde) a diferencia del presidente Fulgencio Batista y Zaldívar en Cuba que no le dio importancia a las guerrillas de Castro en la Sierra Maestra, sí se las dio y arremetió con todo poder militar en la zona donde se encontraban, aplastando la insurrección.
Pero las tropelías y violación soberana de otros países por parte del dictador Castro, no pararon ahí, sino que continuaron con el apoyo logístico, entrenamientos, armas y hombres en naciones como Guatemala, El Salvador, Colombia, Venezuela y Bolivia. En torno a éstas dos últimas, hay que señalar algo muy importante que nos muestran que Fidel Castro siempre fue un oportunista político y un desleal ególatra, en donde lo único que les importaba era él.
El sátrapa cubano no mostró un interés por Venezuela cuando conoció a Hugo Chávez pues  ya lo había manifestado antes, cuando atacó en dos ocasiones a esa nación. La primera vez, gobernaba  Rómulo Betancourt considerado el padre de la democracia venezolana. Se ganó el odio de Fidel Castro entre otras cosas, por decirle al tirano comunista que: “Venezuela no regala su petróleo, sino que lo vende”. Esto fue a raíz de Fidel  irle a pedir les vendiera a un  precio muy irrisorio el petróleo a su gobierno. Posteriormente y ya en el gobierno de Raúl Leoni Otero,  desembarcó otro grupo de guerrilleros en 1967 en la playa de Machurucutu, acción ideada y supervisada por el propio líder cubano. La expedición fracasó y Venezuela rompió relaciones con Cuba.
En el caso de Bolivia, fue la manera sutil -pero una satisfacción para los que  amamos la paz y la democracia- en que Fidel Castro  se deshizo de Ernesto Guevara de la Serna “El Che”, al enviarlo en una misión suicida a derrocar el gobierno del presidente René Barrientos Ortuño. Fue capturado, hecho prisionero y su anatomía fue cruzada por una ráfaga de disparo hecha por el soldado boliviano Mario Terán Salazar el día 9 de octubre de 1967.  El  Che Guevara,  el asesino  que se solazaba fusilando cubanos en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña en La Habana, Cuba, murió en de la misma forma que a él les encantaba fusilar a los cubanos.
Es dable destacar, que no incluí por no estar en la región, la grosera invasión cubana en Angola  en noviembre de 1975, en donde perdieron sus vidas más de 2,600  jóvenes cubanos para satisfacer el narcisismo político de la Bestia de Birán. Ni tampoco, la injerencia de Hugo Chávez con Honduras, cuando montó en un avión militar venezolano para llevarlo a Tegucigalpa a Manuel Zelaya Rosales, derrocado por un violar la constitución y expulsado de la patria de José Francisco Morazán Quezada.
A partir de todos estos hechos, los gobiernos latinoamericanos se pusieron en guardia frente a las embestidas de Fidel Castro y decidieron -como se dice- “Tomar el toro por los cuernos” lo que desembocó en los que se conoce como “El Plan Cóndor”  que contaba con el apoyo de los Estados Unidos. Era lo menos que podías hacerse frente a un dictador que se quería convertir en el emperador de América, aplicándoles a sus seguidores la misma medicina que el Dr. Fidel Castro recetaba a los gobiernos de la región.
Así pues amigos lectores, cuando ustedes escuchen a los “socialistas” de pacotilla, exigir, hablar o pedir a otras naciones en torno a “la soberanía de los pueblos y la no injerencia”  (cuando les conviene),  díganles que no tienen calidad moral ninguna, basado en los hechos descritos más arribas y cometidos por uno de sus líderes más admirado: Fidel Alejandro Castro Ruz.
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