miércoles, 27 de noviembre de 2013

Danilo Medina y Carlos Amarante Baret: Dos realidades en un mismo sueño

Por Bienvenido Flores

Desde pequeño fui muy inquieto.  De manera innata aprendí a amar la naturaleza en el ambiente donde me desenvolvía.  A mi corta edad aprendí a vivir en las realidades sociales que acontecían a mí alrededor, pero tomándome el tiempo para soñar con algo mejor.  Observé un tanto utópico como los maestros buscaban a veces de forma temeraria “el momento de sacar a nuestro pais de las arenas movedizas” de la injusticia social por medio de la educación, hacia la “roca sólida de la hermandad”, diseñando un modelo educativo acorde con  esa realidad social y forjara al mismo tiempo los educadores de la futura generación.
Nunca he sido amigo de la idolatría, pero siempre he tenido admiración por  quienes se empeñaron en dar lo mejor de sí, teniendo en claro como la filosofía, el alto sentido de la trascendencia, del soñar despierto, de sentir lo que quizás los demás se nieguen a sentir y de mirar lo que otros no alcanzan a ver,  sin que esto me lleve a tomar tranquilizante de gradualismo, pero si a soñar con la promesa de hacer realidad el momento de salir del oscuro y desolado valle de la ignorancia a que nos han querido someter aquellos que siempre han querido convertir en pesadillas  nuestros sueños.

No ha desfallecido nunca mi vocación de servicio ni  mis deseos como educador de matemáticas de extrapolar mis conocimientos a los estudiantes para hacer que sientan y despierte en ellos esos valores que necesitamos para crecer y desarrollarnos como verdaderos seres humanos, y mucho menos ahora que llegó un dominicano trascendental, que cual rayo de luz y de esperanza nos estas sacando de la llama marchista de la desigualdad social, estrechando los márgenes entre una educación otrora deficiente del sector público y el mejor de los modelos del sector privado. 
A finales de los años 80’, movido por un sueño y preocupado por una mala visión del momento al sentir que el advenimiento del futuro nos llevaría a continuar “viviendo inmerso en medio de una isla de prosperidad material”, intelectual y de desarrollo solo para una elite pequeña de dominicanos, me preocupaba enormemente, motivándome a insertarme como un punto en el sistema educativo para servir de manera  diferente y hacer la diferencia, que de forma quimérica ese era mi sentir.
Pero hoy, más que orgulloso me siento que los provincianos estemos marcando la diferencia y hemos llegados a la capital de nuestro pais a trazar las pautas y a “cobrar el cheque firmado por los constitucionalistas de 1844 cuyos fondos se estan haciendo disponibles 169 años después con la llegada de los licenciados Danilo Medina a la Presidencia de la República y Carlos Amarante Baret al Ministerio de Educación.  Garantías plenas de que esa deuda moral que tenemos con nuestros padres fundadores de la dominicanidad las podremos saldar, canjeando el cheque que por más de siglo y medio solo ha contado con la rúbrica de aquellos héroes, pero no con la solidaridad económica y moral de nuestros gobernantes, a escasas excepciones;  ni de la clase adinerada del pais que de alguna forma interesada o no se han colocado de espalda a esta realidad.
Como dos mesías, Danilo Medina y Amarante Baret, estan sacando la educación dominicana del oscuro y desolado valle de la segregación de clase hacia el camino soleado de la equidad social para que permanezca cuan sólida roca, desde hoy y para siempre erigida de forma tal que ningún dominicano ni dominicana quede excluido del pan de la enseñanza.  Dejando atrás, como reliquias inertes; los incesantes  reclamos de los maestros por mejoras salariales, construcciones y mejoras de escuelas, la proporción de útiles escolares, el desayuno escolar, y las fastidiosas huelgas que en ocasiones alcanzaban hasta los tres meses de paro, dejando sin el pan de la enseñanza a los más desposeídos.
En Los últimos dos cuatrienios en lo que a educación se refiere, se han venido logrando avances significativos, pero nunca como ahora donde las visiones mesiánicas de Eugenio María de Hostos, Salomé Ureña, Pedro Henríquez Ureña, Ercilia Pepín, y el insigne maestro Juan Bosch, profesores y maestros que vieron en la educación la salida a la crisis de valores y faltas de voluntades de nuestra gente como impedimento para uno y la solución para otro; y aun así creyeron y confiaron que en generaciones postrera el día de la transformación llegaría, y no se equivocaron; ese día llegó, y vino para quedarse. 

Ante muchos llamados, los elegidos han llegado.   El Emmanuel de la política y el mesías  de la educación andan juntos, agarrados de las manos para guiar a los dominicanos por el sendero que nos conduzca a trillar el camino del porvenir, de la igualdad de condiciones y la equidad social a través de una verdadera educación rica en valores, para que junto a ellos, desde lo más empinado del pico les gritemos a Duarte, ¡tus sueños se han cumplido!, ya puedes descansar en paz. 

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