MOCA.- María Vásquez Caraballo, ya tiene 97 años de vida y un cuerpo frágil y gastado por la edad, pero su amor eterno al trabajo y la necesidad de luchar por la supervivencia, todavía la obligan a llegar a la ciudad y comenzar muy temprano a pregonar por las distintas calles y oficinas públicas y privadas los frutos que trae del campo.Al caminar por las calles de Moca, el heroico pueblo que ella visita desde hace más de 40 años, siempre la miramos muy contenta, mientras la escuchamos pregonar los frutos que trajo temprano de algún campo cercano: ¨Llevo mango, naranja, cereza, aguacate, tamarindo, chinolas, limones…¨, tal como si fuera una canción bien entonada por uno de los mejores artistas del patio.
En las oficinas públicas y privadas, trata a cada uno de los clientes y personas que conoce con la dulzura de una madre a su hijo y maneja las técnicas de ventas al más alto nivel, ¨Yo he aprendido mucho de venta, tengo muchos años en esto y conozco a cada uno de mis clientes por su nombre¨, explica la experta vendedora de frutos tropicales.
Algo muy importante es que en cada uno de los lugares que ella visita, goza de mucho respeto y admiración, ya que ella dice que nadie la engaña, pero que tampoco le gusta que la engañen: ¨A mí nadie me engaña, porque yo soy amiga de todo el mundo y son mis clientes…,¨mencionando una lista larga de personas de las oficinas del Ayuntamiento, gobernación, tiendas, farmacias, los bancos y abogados que diario esperan los frutos que trae desde Paso de Moca.
El espejo diario de Doña María en las calles y oficinas de Moca, nos refleja por un lado la amarga realidad de la falta de protección del Estado a los envegencientes, y por el otro que tenemos una mujer con una gran dignidad personal que prefiere ganarse el sustento propio con el esfuerzo y sudor de su frente
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