miércoles, 12 de junio de 2013

La ingratitud como efecto de insuperables frustraciones históricas ¿ será ?

Por Jacqueline Hidalgo

Siempre se ha dicho que los ingratos no tienen memoria, algo verdaderamente cierto. Para muestra solo hay que ver la  forma en que Haití ha reciprocado el más reciente gesto de amistad y colaboración ofrecido por la nación dominicana, cuando nuestro presidente viajó a su territorio en el Día Mundial del Medio Ambiente, donde  aprovechó para resaltar la necesidad de que ambas naciones actúen juntas para preservar sus recursos naturales, siendo Haití el más beneficiado por la grave deforestación que existe en esa mitad de la isla.
Apenas un día después de que los presidentes Danilo Medina y Michel Martelly aparecieran sonrientes y con un fuerte apretón de manos, un diario de Puerto Príncipe publicó en su portada una caricatura en que se ridiculiza al mandatario dominicano, presentándolo como afectado por el virus H1N1 y a su contraparte haitiano, esquivo para no contaminarse, algo verdaderamente ridículo; cuando los verdaderos portadores de enfermedades epidémicas hacia esta parte de la isla, históricamente han los haitianos.

Entiendo que los países son libres de abrirles las puertas de entrada o no a determinados productos, bienes o servicios procedentes de otros países, por ese lado no debe cuestionarse la prohibición de huevos y pollos desde nuestro territorio, adoptada por el gobierno de Haití. Con razón o sin ella, los haitianos han hecho uso de sus derechos.
Ahora bien lo cuestionable aquí es la forma cínica, ingrata y medalaganaria en que lo han hecho, mostrando al mundo una realidad distorsionada de la República Dominicana, lo que deja en evidencia que lo que el pueblo dominicano ha hecho por Haití durante siglos, no nos han hecho merecedores del más mínimo de los respetos y mucho menos consideraciones.  Siendo nosotros el principal consuelo, el segundo, cuando no el primer hogar para los haitianos que transitan nuestras calles con libertad, comen nuestro pan, comparten trabajo, techo y medicinas… nos quitan fuentes de empleos y nos hacen más pobres.
Nadie acude a ellos antes que nosotros cuando precisan de ayuda, no solo en caso de terremoto, cólera, malaria y otras enfermedades, sino siempre, a tal punto que en nuestro presupuesto anual hay un elevado porcentaje destinado a la educación, salud, alimentación y ayudas para los haitianos de aquí como los de allá; una solidaridad que lo favorece a ellos y nos perjudica a nosotros.
Ahora olvidan sin embargo, que nosotros hemos sido víctimas de repetidas epidemias de cólera importado desde Haití.  Sufriéndolo y combatiéndolo sin acusarles ni escandalizar,  por el entendido de que debe primar la solidaridad, la justicia y la gratitud.  Haití sabe que República Dominicana es su paño de lágrimas y miren la forma en que nos irrespetan y ridiculizan y nos quieren perjudicar.
No debemos convertir el rechazo de Haití hacia nuestros productos en un conflicto, pero la ocasión es propicia para repasar algunas acciones de los habitantes de ese país al que hemos protegido siempre.  Como propicio es la ocasión para que los organismos internacionales y las ONGS que viven despotricando la República Dominicana se traguen sus palabras y vean bien claro quiénes son los verdaderos villanos de esta historia parasitaria llamada Haití sobre los Hombros de Quisqueya. 
Es hora de que tomemos acciones drásticas en contra del pueblo haitiano y los saquemos a todos de nuestro país, y sellemos la frontera para que ningunos de ellos puedan volver a pisar suelo dominicano, por esa sucia y asqueante manera que tienen para agradecer siglos de favores del pueblo dominicano hacia ellos.  


No hay comentarios: