lunes, 21 de junio de 2010

Bosch y Peña Gómez, paradigmas olvidados

Por: Rafael Tomás Molina (Lefo) M.A

En el pasado siglo XX, sin lugar a dudas la historia política de la República Dominicana quedó marcada por el desarrollo de la práctica y la teoría de estas dos figuras de dimensiones extraordinarias; que aunque mantuvieron contradicciones fundamentales, cada uno de ellos abrazaron desde su accionar político un amor inmenso, una pasión por su pueblo y una preocupación sincera en defensa de las grandes mayorías de marginados de esta sociedad de tantas discriminaciones y desigualdades.

El norte de estos dos titanes, lo construyeron la dignidad, la conducta ética, la lucha por la identidad y la soberanía de la República Dominicana. Bosch, fundador y líder de los dos partidos mas grandes y que se disputan el poder en la actualidad; Peña Gómez, líder de masas, el orador de las grandes multitudes, quien hacía estremecer de emoción al auditorium nacional.

Para Bosch y Peña, la política fue siempre concebida apegados a los planteamientos del patricio, como un medio en donde los individuos que participan en ella, su principal objetivo es la lucha para lograr el bienestar general y las transformaciones tanto materiales como espirituales de la sociedad dominicana; y en estos propósitos como muchos otros dominicanos arriesgaron sus vidas; la paz de su hogar. Nunca utilizaron la participación en la política, como un medio de ascenso social o enriquecimiento económico.

Nunca le sacaron factura al país. Nunca buscaron ventajas personales ni familiares, ni mucho menos utilizaron su bien ganado prestigio nacional e internacional para vanagloriarse y exponer una personalidad arrogante; siempre fueron humildes, sencillos, prudentes y respetuosos con todos.

Es muy lamentable que muchos dirigentes locales y nacionales, utilizan en asambleas y mítines los nombres de estos dos gigantes para arrancar aplausos y adeptos y de esta manera lograr curules; posiciones dirigenciales en sus partidos y hasta buscar nombramientos y prebendas, pero jamás han vuelto a releer sobre sus pensamientos, jamás han tomado sus limpios ejemplos como referencia para el accionar de la actividad política de hoy.

Tanto en el P.L.D como en el P.R.D se imponen de manera urgente un proceso de autocrítica y renovación de todos los órdenes de la esencia de esos partidos; hay un grito callado de la sociedad ante las inconductas de los “discípulos” de Bosch y Peña.

Hay que abrir las escuelas de formación política para la formación de verdaderos cuadros y dirigentes, que se empeñen en la solución de los principales problemas que hoy aniquilan a la sociedad dominicana. Es vergonzoso observar las campañas electorales congresuales, municipales y presidenciales, en las cuales dirigentes de todos los niveles participan en ella como si estas fueran una cosecha para mejorar las finanzas de sus bolsillos.

Amigos peledeístas y perredeístas, el único interés de este escrito es provocar un desafío, un despertar para que la alienación no se siga apoderando de nuestras conciencias y nuestras prácticas. Los dominicanos tenemos muchos ejemplos referentes, que nos deben unificar en los más nobles propósitos: Duarte, Bosch, Manolo, El Moreno, Peña Gómez, Luperon, entre otros.

Reflexionemos profundamente y reencontrémonos con estos paradigmas de la ética, la dignidad y el desvelo por una patria mejor, desenterremos y asumamos a nuestros lideres, para que estos piensen en el más allá y digan “Valió la pena tanto sacrificio” y que en el P.L.D es verdad que “Servir al Partido es lo mismo que servir al pueblo” y que el P.R.D sea como se pregonó en la década del 70: “La Esperanza Nacional”.

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