Moscú, 25 de diciembre de 1991. Hace frío y nieva sobre la Plaza Roja. Mientras Occidente celebra la Navidad con banquetes y luces, en el Kremlin se está llevando a cabo el funeral político más grande del siglo XX, pero sin ataúd ni flores. Mijaíl Gorbachov, el hombre que intentó reformar lo irreformable, firma su dimisión ante las cámaras. Es el último presidente de la Unión Soviética. A las 19:32, ocurre el momento simbólico definitivo: la bandera roja con la hoz y el martillo, que había ondeado sobre el Kremlin durante 74 años como símbolo del poder comunista global, es arriada lentamente.
La paradoja es la ironía suprema de la fecha. Un estado oficialmente secular, que durante décadas había restringido la práctica religiosa y convertido las iglesias en almacenes, dejó de existir precisamente el día del nacimiento de Cristo. No hubo disparos, ni guerra civil, ni asalto al palacio de invierno. El superpoder que tenía suficientes armas nucleares para destruir el mundo diez veces simplemente se apagó por agotamiento interno y una firma en un papel. Minutos después de bajar la bandera roja, se izó la tricolor rusa. Muchos ciudadanos ni siquiera se enteraron hasta el día siguiente; estaban demasiado ocupados intentando conseguir comida en un invierno de escasez.
Gorbachov salió del edificio casi como un fantasma. El nuevo hombre fuerte, Boris Yeltsin, ni siquiera le concedió la cortesía de recibir los códigos nucleares en persona; tuvo que entregárselos al Ministro de Defensa. Esa noche, el mapa del mundo cambió para siempre. Quince nuevas naciones nacieron de los escombros del gigante.
Este evento nos enseña que nada es eterno, por muy monolítico y aterrador que parezca. La URSS parecía invencible, una fuerza de la naturaleza, y sin embargo, se disolvió como la nieve de esa noche. Nos recuerda que los imperios no siempre caen con un estruendo; a veces caen con un suspiro.
Hoy, la historia de esa bandera arriada nos pregunta: ¿Qué estructuras en tu vida (creencias, relaciones, trabajos) parecen "invencibles" y eternas, pero en realidad ya están vacías por dentro, esperando solo el momento de ser arriadas para dar paso a algo nuevo?
© Edición protegida por Asombroso | Basado en material de: "The Last Empire: The Final Days of the Soviet Union" de Serhii Plokhy | Compartir solo con créditos: @Asombroso Fuente…

No hay comentarios:
Publicar un comentario