viernes, 29 de agosto de 2025

El río Moca clama por justicia ambiental

 


¡El río Moca clama por justicia ambiental!

El río Moca, otrora fuente de vida, agricultura y recreación para la provincia Espaillat, hoy es un cadáver líquido. Lo que debería ser un orgullo natural de la región se ha convertido en un vertedero a cielo abierto, símbolo del abandono, la irresponsabilidad y la codicia desmedida. Su estado actual no es fruto de la casualidad ni de fenómenos naturales: es consecuencia directa de décadas de negligencia, complicidad y corrupción por parte de todos los sectores llamados a protegerlo.

Los diputados y senadores de la región, elegidos para representar al pueblo, han permanecido en un silencio cómplice, más preocupados por sus intereses personales y por mantenerse en el poder que por legislar o fiscalizar políticas ambientales efectivas. ¿Dónde están los proyectos de ley para proteger nuestras cuencas? ¿Dónde están los fondos que debieron destinarse a la recuperación del río? Se han quedado en promesas vacías cada cuatro años.

El Ministerio de Medio Ambiente, que debería ser el guardián de los recursos naturales, ha sido un espectador pasivo, cuando no un encubridor de prácticas ilegales. ¿Cuántas denuncias se han ignorado? ¿Cuántas multas se han quedado sin cobrar? ¿Por qué no se ha intervenido de manera firme ante el vertido de desechos industriales y aguas residuales?

Los gobiernos de turno, sin distinción de partido, han fallado uno tras otro. No ha habido voluntad política real para hacer cumplir las leyes ni para implementar un plan de saneamiento del río Moca. El desarrollo no puede medirse solo en carreteras o edificios; el verdadero progreso implica respeto por el medio ambiente y por la salud de la población.

Y no se puede hablar de este desastre sin señalar con nombre propio a los empresarios avícolas e industriales, que han convertido las márgenes del río en basureros tóxicos. Las granjas y empresas que vierten sus residuos sin tratamiento son parte esencial del problema. Su codicia ha ido de la mano de la inacción estatal, generando una impunidad que ha dejado consecuencias irreversibles para el ecosistema.

Pero también la población, lamentablemente, ha jugado su parte en esta tragedia. El desconocimiento, la indiferencia y la falta de educación ambiental han llevado a muchas comunidades a lanzar sus desechos domésticos directamente al río. Es inaceptable que sigamos viendo el río como un basurero y no como lo que realmente es: una fuente de vida que todos debemos proteger.


¿Hasta cuándo vamos a tolerar esta situación? ¿Hasta que el último manantial esté seco y la última especie haya muerto?
El río Moca no necesita discursos, necesita acción. Y todos, desde las autoridades hasta el ciudadano común, tienen una cuota de responsabilidad. Si no hay un cambio inmediato, profundo y sostenido, estaremos firmando el acta de defunción no solo de este río, sino de todo nuestro patrimonio natural.

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