domingo, 1 de junio de 2025

Una historia de fe y esperanzas que deben saber

 


El 12 de noviembre de 1976 parecía un día como cualquier otro. Un accidente de tráfico y un diagnóstico aparentemente sin importancia: traumatismo en la rodilla derecha. Nada grave, se pensaba. Sin embargo, con el paso de los meses, el dolor no solo no desaparecía, sino que empeoraba. Hasta que llegó la verdad, brutal y despiadada: osteosarcoma, un cáncer óseo maligno, capaz de atacar con fuerza a jóvenes llenos de vida.


Terry Fox, que ni siquiera había cumplido los 20 años, se enfrentó a una decisión que nadie debería tomar: amputarse la pierna derecha, que fue sustituida por una prótesis mecánica rudimentaria. Hoy existen dispositivos avanzados, pero en aquel entonces, caminar ya era una hazaña; correr, impensable.


Pero Terry no se rindió. Tres años después, el 12 de abril de 1980, decidió hacer algo que parecía imposible: cruzar Canadá de costa a costa. A pie. Con una sola pierna. ¿Su objetivo? Reunir un dólar por cada canadiense y donarlo todo a la investigación contra el cáncer. Así nació la “Maratón de la Esperanza”.


Cada día corría el equivalente a una maratón: 42 kilómetros. Todos los días. Recorrió Terranova, Nueva Escocia, Isla del Príncipe Eduardo, Nuevo Brunswick, Quebec, Ontario… Un reto épico, sobrehumano, que ningún atleta profesional se ha atrevido a imitar.


Después de 143 días y 5,373 kilómetros, tuvo que detenerse. El cáncer se había extendido a los pulmones. Ya no podía respirar, no por falta de valentía, sino porque su cuerpo ya no aguantaba. Era el 1 de septiembre de 1980. Para entonces ya había recaudado 24 millones de dólares.


Menos de un año después, el 28 de junio de 1981, falleció. Aún no cumplía los 23 años.


Su maratón fue concluida años después por Steve Fonyo, también sobreviviente de cáncer, también con una pierna amputada. Así, la “Maratón de la Esperanza” llegó a la meta.


Escribo estas líneas con admiración y con tristeza. Hoy en día, multitudes de adolescentes (y no tan adolescentes) hacen fila para comprar camisetas de Messi, Cristiano Ronaldo, LeBron James, Mbappé o Steph Curry. Millonarios celebrados como semidioses por cada gol, clavada o regate.


Y sin embargo, muy pocos conocen el rostro de Terry Fox. Nadie usa una camiseta con su imagen. Pero ese joven canadiense, con una sola pierna, hizo más por la humanidad que muchos de nuestros ídolos hiperpagados jamás harán.


Hay campeones. Y luego hay héroes.

Hay leyendas del deporte. Y luego está quien corrió por esperanza.

Hay nombres famosos. Y luego está TERRY FOX.

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