POR HUGO R. GIL
Sin lugar a duda, el adecuado aprovechamiento de los grandes avances de la tecnología nos ha facilitado la vida en múltiples formas. Gracias a estos adelantos podemos contar con un más amplio acceso a información pertinente y de alta calidad tanto en su forma como en su contenido.
Es también evidente las ventajas con que contamos en los campos de la atención a nuestra salud, la productividad, la comunicación, el transporte, la economía, las relaciones humanas, el tiempo disponible para esparcimiento y muchos otros beneficios que de numerarlos nos faltaría el espacio disponible en este medio.
Sin embargo, para poder aprovechar adecuadamente las ventajas de estos avances y al mismo tiempo evitar las potenciales consecuencias negativas de los mismos, debemos tomar numerosas medidas preventivas que requieren de nosotros disciplina, gran esfuerzo, decisiones firmes y actitudes responsables.
Lo primero que debemos considerar es evitar la gran posibilidad de que la parafernalia tecnológica en sus múltiples facetas se transforme en nuestro amo en vez de ser nuestro sirviente. El virtual poder que los aparatos tecnológicos actuales ejercen sobre nosotros es tan alto que fácilmente podemos caer en una dependencia nociva de ellos, disminuyendo de ese modo nuestro saludable desarrollo como seres humanos.
Es muy frecuente y doloroso ver cómo una parte significativa de la sociedad va adoptando un comportamiento robótico que los hace aparecer como humanoides que se mueven sin voluntad y determinación propia.
Todo parece indicar que en la misma medida en que aumenta el desarrollo de la tecnología disminuye nuestra capacidad y autonomía como personas. Un ejemplo de ello lo constituye el hecho de ver individuos que caminan por las calles tan sumergidos en el mundo de sus aparatos portátiles que parece como si perdieran conciencia de sus alrededores y hasta corren el riesgo de ser atropellados y perder la vida en accidente de transito o ser victimas de robos y atracos por su falta de atención preventiva.
Evitar daños
Ahora bien, ¿Cuáles son algunas de las medidas prácticas que podemos adoptar para evitar los daños a los que nos hemos referido anteriormente? ¿Cómo podemos aprovechar los grandes avances de la tecnología y al mismo tiempo garantizar nuestro desarrollo y calidad como seres humanos integrales?
La lista de posibilidades puede ser interminable. Sólo a modo de sugerencia nos permitimos hacer algunas recomendaciones.
Dentro de las actividades más simples que podemos implementar es no dejar que la electrónica realice tareas que podemos hacer por nosotros mismos sin demasiados esfuerzos. En otras palabras, dejemos que los aparatos tecnológicos realicen tareas más complejas que requieran mucho tiempo y esfuerzo, pero dispongámonos a hacer por nosotros mismos las tareas simples y cotidianas para las que la naturaleza nos ha dotado.
Así evitaremos que nuestras facultades físicas e intelectuales disminuyan y permitamos que nuestras capacidades como persona se sigan desarrollando en todo se potencial.
En cuanto a la interacción diaria con las personas que nos rodean, tratemos de dar preferencia al trato directo, personal, en vivo, cara a cara en oposicion a la interacción a través de las plataformas o los aparatos. Por ejemplo, no nos demos el lujo de comunicarnos vía texto, video o llamada telefónica con una persona que está en la próxima habitación o sentado a la misma mesa en que estamos nosotros. Reservemos esos modos de comunicación en circunstancias en que el tiempo y el espacio no nos permitan el trato directo.
Cuando estemos dialogando con una persona en modo presencial, tratemos de evitar en la medida de lo posible el uso de los aparatos electrónicos, a menos que sea absolutamente pertinente y necesario, pero hagámoslo por un tiempo breve para evitar interrumpir la comunicación con la persona que tenemos delante .
Por consecuencia, le recomiendo que cuando esté dialogando con una persona, detenga su participación si se da cuenta de que su interlocutor está enfocado en su teléfono en vez de escucharle a usted.
Actividades cotidianas
Hay actividades cotidianas que no deben ser interrumpidas a menos que usted quiera correr el riesgo de deteriorar su salud y bienestar emocional, físico y social. Usted no necesita usar su teléfono a la hora de las comidas, a la hora de dormir o hacer ejercicios o a la hora de mantener un diálogo con las personas esenciales que le rodean.
Cuando esté realizando sus responsabilidades de trabajo, asignaciones, tareas y proyectos no permitan que los aparatos le distraigan de su objetivo o le quiten la concentración. Úselos sólo por breve periodos de tiempo a menos que ellos sean parte integrante de esas actividades.
Personalmente he encontrado muy conveniente someter a los aparatos tecnológicos que uso a periodos de cuarentenas o, como yo prefiero llamarlo, “hacer un ayuno tecnológico”. Esto quiere decir que por un determinado período de tiempo que va desde unas cuantas horas, un día, tres días y hasta una semana apago los aparatos y me concentro en mi propia persona o los seres humanos que me rodean.
También puedo incluir en estos periodos de pausa en un reencuentro con la naturaleza, poniendo mi atención en las plantas y los animales a mi alrededor.
jpm-am
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