martes, 2 de mayo de 2023

El 2 de mayo en Moca: ¿un levantamiento solitario?

 


La gesta del 2 de mayo de 1861 o Grito de Moca es un episodio histórico que ha podido ser reconstruido a partir de testimonios documentales y orales, tanto de dominicanos como de extranjeros, generados unos concomitantemente con el desarrollo del hecho y otros producidos con posterioridad. Uno de los aspectos pasados por alto por los autores que han estudiado este acontecimiento, no obstante existir documentos publicados que ofrecen luz para su ponderación, es el abortado soporte que tendría el movimiento en la ciudad de Santiago.

El cónsul inglés en el país para entonces, Martín J. Hood, en carta del 20 de mayo de 1861, informaba a la cancillería de su país los datos claves del suceso, dando cuenta de que fue echada abajo la bandera española y reenarbolada la dominicana, que treinta prisioneros fueron llevados desde Santiago a Santo Domingo, los cuales pertenecían "a las clases más altas e influyentes de sus habitantes", amén de haber sido apresado también "un gran número de prisioneros de las clases bajas". Entre los prisioneros Hood menciona a Benigno Filomeno de Rojas, presidente del Congreso, y a Pedro Francisco Bonó.



Por qué fueron apresadas estas figuras en Santiago? La respuesta es sencilla: el movimiento fue develado. En una reveladora y detallista carta fechada en Moca el 1 de mayo de 1861, publicada inicialmente por "El español de ambos mundos" y reproducida por el periódico La Esperanza, de Madrid, el 6 de junio siguiente, su autor señaló que "en Santiago deberían dar el golpe al mismo tiempo". De acuerdo a esta misiva el día escogido para el levantamiento fue el viernes 3 de mayo, no el jueves 2, y que la entrega de la plaza de Moca fue requerida el 30 de abril. Para el 28 de abril, el ataque a la plaza era conocido, pues ese día, que fue domingo, las posiciones defensivas fueron reforzadas.

El general Juan Suero, comandante de la plaza de Moca al momento del asalto al cuartel y la comandancia de armas, en su hoja de servicios fechada en Puerto Plata el 2 de julio de 1862, es igualmente rico en precisiones, y amén de confirmar que el 2 de mayo de 1861 fue jueves y que el golpe se daría originalmente el día 3, suponía que los mocanos no habían actuado solos y que su objetivo era iniciar una revolución contra el gobierno.

El texto de Suero aporta igualmente estos datos relevantes: a) el ataque comenzó a las 11.00 p.m.; b) ochocientos hombres componían el grueso de los atacantes, y c) confirma la versión del tradicionalista mocano Elías Jiménez de la muere del comandante del cuartel y coincide con este en el sentido de que enfrentó a uno de los atacantes, de quien recibió una herida y al que luego mató. De acuerdo a Jiménez, el contrincante de Suero respondía al nombre de Antonio Pasicá, personaje al que algunos tildan de legendario o imaginario pero que el testimonio de Suero indudablemente humaniza.

Las noticias del asalto a las sedes militares mocanas lo revelaban como una insurrección encabezada por "los morenos del Paso de Moca", como señalaba la prensa de Madrid. Lo recogido en los periódicos era indudablemente información de primera mano. Pero además de los negros de Paso de Moca - participación que ha llevado a algunos autores a concluir que el 2 de mayo obedeció de manera primordial a una motivación racial y no patriótica, por el temor de que España reimplantaría la esclavitud - es claro que las autoridades estaban convencidas de que había implicados de mayor categoría.

Como se sabe, los apresados en Moca fueron juzgados por un consejo de guerra militar, que dictó su sentencia el 18 de mayo de 1861. Cuatro de ellos fueron fusilados el 20 de mayo siguiente, después que el día 19 el general Pedro Santana rechazó "el recurso de gracia que les acuerda la ley", como él mismo testimonia en una carta del citado día 20.

Santana se cebó así en campesinos y militares reservistas, pero no dio el mismo tratamiento a los capturados en Santiago. ¿Por qué? Los apresamientos en esa ciudad dejan por sentado que el levantamiento de Moca no fue un hecho aislado, sino que obedeció a un plan debidamente orquestado, acaso con una visión geoestratégica: alzadas Santiago y Moca, se tendría el control territorial del Cibao, ya que desde Santiago partían los caminos que conducían a Puerto Plata y a la Línea Noroeste, y Moca - que le serviría como antemural defensivo - era la última población de importancia antes de llegar a Santiago viniendo desde Santo Domingo, siguiendo la ruta Bonao-Cotuí-La Vega. La reducción a prisión de figuras preeminentes como Bonó y Rojas pone de manifiesto el involucramiento del sector liberal en la conjura y la rapidez de su apresamiento lleva a concluir que los detenidos en Moca delataron a sus promotores intelectuales.

La sumaria instrumentada en ocasión del levantamiento se extravió y sólo existe la sentencia dictada por el consejo de guerra. Ese documento, perdido acaso para siempre, hubiese sido clave para conocer los alcances del apoyo santiaguero a la causa mocana así como otros aspectos hoy desconocidos de ese hecho histórico. Su ausencia deja sin respuesta muchas preguntas: ¿Por qué no se procesó a los apresados en Santiago? ¿No había suficientes elementos de prueba para implicarlos con la sublevación de Moca? ¿Cuál fue el nivel de relaciones que se llegó a forjar entre los mocanos y los santiagueros? ¿No se levantaron en Santiago los implicados en el movimiento por haberse adelantado la sublevación en Moca? ¿Obtuvo Santana su forzosa adhesión después de haber fusilado a José Contreras, José María Rodríguez, José Inocencio Reyes y Cayetano Germosén?

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