SALIR DEL PAÍS ES LA ÚNICA OPCIÓN PARA MUCHOS HAITIANOS ANTE EL INCREMENTO DE LA VIOLENCIA DE LAS SANGRIENTAS BANDAS ARMADAS.
Mujeres, hombres, jóvenes y niños se agolpan a las puertas de las oficinas de migración en Puerto Príncipe, con el objetivo que conseguir un pasaporte que les permita marcharse de Haití y escapar de una inseguridad y una crisis que lo inundan todo.
Desde el lanzamiento este año del programa humanitario del Gobierno de EE.UU. que otorga permisos migratorios a ciudadanos de Haití, Nicaragua, Venezuela y Cuba, alrededor de 2.000 haitianos acuden a diario a esas dependencias en busca de un pasaporte para poder emprender así viaje a Estados Unidos.
Muchos de ellos optan por dormir en el exterior de las oficinas para ser de los primeros en entrar cuando se abren las puertas.
"Anoche mi bebé y yo dormimos en el suelo", cuenta a EFE una mujer en las proximidades de una de estas sedes a pocos kilómetros del Palacio Nacional, en el centro de Puerto Príncipe.
Este es el día a día en la práctica totalidad de los centros de inmigración de Puerto Príncipe y de ciudades de provincia, donde miles de personas se ven envueltas en un ambiente de confusión, conflicto, pesar, frustración y también de rechazo ante la incapacidad de las autoridades de entregar documentos de identidad a su población.
Salir a toda costa
Salir del país es la única opción para muchos haitianos ante el incremento de la violencia de las sangrientas bandas armadas.
"Con el aumento de la inseguridad, lo primero es el instinto de supervivencia, la razón por la que quiero irme. Si no fuera por esta situación, nunca habría querido marcharme así, sobre todo a Estados Unidos", comenta a EFE Jeanne Philippe, quien reside en Route de Frères, a pocos kilómetros de la embajada estadounidense.
Antes quería ir a Canadá para seguir estudiando, pero sus planes cambiaron a raíz del programa humanitario de Estados Unidos, donde se encuentran sus hermanos.
Las facultades e instituciones públicas y privadas se quejan de haber perdido personal muy capacitado en los últimos cinco años.
"Haití no está dando a sus hijos e hijas la oportunidad de desarrollar su potencial. Hoy el futuro de los jóvenes está prácticamente fuera porque Haití no es una tierra de oportunidades", dice a EFE el economista Enomy Germain.
Y añade: "La vida está amenazada en Haití. No es un buen entorno para el desarrollo del liderazgo y el talento. En una situación así, a nivel individual, no queda más remedio que marcharse a toda costa".
Para Hancy Pierre, profesor de la Universidad Estatal de Haití, la emigración haitiana "forma parte de un movimiento mundial de poblaciones en apuros debido a las repercusiones de unas políticas neoliberales que no se adaptan a sus necesidades".
Este experto denuncia que este "es un pueblo con poco acceso a la emigración" y, al respecto, hace hincapié en las "trabas administrativas y las violaciones del derecho a la identidad por parte del Registro Civil".
La emigración haitiana, un arma de doble filo
Otro punto a destacar es la bidireccionalidad que existe entre migración y economía. Un arma de doble filo porque, en opinión del economista Enomy Germain, se está perdiendo talento (cerca del 85 % de los ejecutivos vive en el extranjero), pero a la vez muchos haitianos subsisten gracias al dinero que llega del exterior.
Este experto destaca que la mayor fuente de ingresos de Haití no lo constituyen las exportaciones, sino las transferencias privadas de la diáspora. El año pasado el país recibió unos 4.000 millones de dólares en remesas.
A nivel micro, cientos de miles de familias dependen únicamente de estas transferencias de dinero, "así que -agrega- los ejecutivos haitianos que están en el extranjero están financiando la economía".
Advierte de que Haití "se está quedando sin talento, sin sustancia" y un país que pierde sus cuadros de esta manera se encuentra con obstáculos para el desarrollo a largo plazo.
"Es una pérdida mortal para la economía haitiana porque las personas que deberían encargarse del desarrollo no están disponibles en el país", considera.
Y lo que es peor, alerta Germain, las perspectivas de retorno de la migración tampoco están claras, lo que pone en entredicho ese futuro.
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