viernes, 29 de abril de 2022

‘Realidad wawawa e imaginario popy’ (video)

 


Altagracia Salazar

Existen dos Repúblicas Dominicanas las de los popys y las de los wawawa y una tercera en la que vive un grupo de población que estando en una se desvive por creer que pertenece a la otra.

Hace unas semanas que el ex director de Impuestos Internos dijo que en el país vivía una élite con un ingreso tan alto que podría acomodarse en Dubai o en cualquier gran capital del mundo de esas donde se necesitan muchos dólares o euros para enfrentar el día a día.

Esa élite que es mas o menos un dos por ciento de la población es la que llena restaurantes, tiene casa o villa en tal o cual centro de turístico, compra la moda y la exhibe en las revistas sociales y nos enrostra su riqueza de la manera que fuere.

Pero la élite no es nada más para la moda y para el buen vivir, lo es también para la influencia publica y esa influencia se extiende a todos los ámbitos de nuestra existencia. Su vida reflejada en los medios y las redes sociales se extiende sobre todo hacia el grupo que vive en el lindero que se siente atraído por el éxito. El resto simplemente no sabe que ese estilo de vida existe.

Los recientes acontecimientos protagonizados por un artista urbano le han dado de nuevo en la cara a esta sociedad farsante donde ayer se insistía en un ministerio para las familias como si un papel y una burocracia fueran cambiar la realidad de una pobreza y una marginalidad que quienes viven del otro lado no quieren ver.

Tráficos de cuerpos, tráfico de licencias, tráfico de cualquier cosa con la certeza de que el juicio desde la comodidad no perdona.

Ayer la policía mató a dos “reconocidos” delincuentes y hoy decenas de opinadores felicitan al uniforme. Yo insisto qué país del carajo es este que matan y matan a reconocidos delincuentes y siempre encuentran a reconocidos delincuentes que matar.

HOY la jefa de redacción del diario Hoy escribe un articulo doloroso en el que pide que salvemos a las niñas victimas del tráfico y yo insisto en que no se pueden salvar porque gobierno y sociedad prefieren mirar hacia otro lado y creer que esa tragedia no existe.

Los dominicanos hemos desarrollado una gran capacidad de sobrevivencia que supera el mundo estadístico de los gobiernos que, incluido el actual, insisten en darnos números como si los números nos resolvieran los problemas.

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