jueves, 28 de octubre de 2021

OPINION: A Haití solo lo salva China

 


POR GUARIONEX LUPERON

Haití, como Ruanda o Sudán, donde los militares recientemente acaban de dar un nefasto «golpe de Estado», y muchas «naciones» latinoamericanas, europeas, africanas, asiáticas y caribeñas laceradas por crisis institucionales, la pobreza estructural, la desigualdad, la voracidad e incapacidad de las élites para dar el salto económico y tecnológico, que inserten sus naciones en el «ranking» del poder geoestratégico global, son «Identidades culturales» fallidas.  

Haití es una sociedad aldeana, casi de orden tribal, con una estructura social y productiva desarticulada, sin autoridad política, con ciertos niveles de operatividad solo en la región norte. Después Haití es un territorio del caos, de mafias que les une la pobreza y el crimen. 

Presa de la falta de claridad y eficacia de las políticas y reformas que han aplicado los organismos internacionales y las grandes naciones en ese país. Igual a lo que pasó en Afganistán, en Ruanda o lo que ha pasado en diversos países de África. 

Ruanda es el mayor ejemplo registrado en ¨el informe de una comisión de historiadores entregado al presidente Macron¨, donde se indica que ¨Francia «cerró los ojos frente a la preparación» del genocidio del 1994 y que tiene una «responsabilidad abrumadora» en la matanza de unos 800.000 tutsis, y dos millones de refugiados.

Pero el gobierno francés ha reconocido su negligencia, y en el caso del alemán no solo ha reconocido los genocidios cometidos en el sudoeste de África, en Namibia, contra las etnias de los ¨hereros y namas¨ sino que anunció que entregará 1,000 millones de euros al país en ayuda al desarrollo. 

Me preocupa Haití por múltiples factores. Compartimos el ecosistema insular. Expuestos a los mismos fenómenos bioclimáticos. Extensión natural de nuestros bienes y servicios. Con un comercio formal que mueve mil millones de dólares y ya ustedes saben la importancia que tiene el sistema de relaciones sociales transfronterizas informales, que impacta en la sostenibilidad de las fronteras de ambos países y el flujo de la mano de obra haitiana en la estructura del PIB, en diversos sectores de la economía dominicana. Solo los ilusos pueden creer que la inestabilidad política de Haití no va a afectar a la nación dominicana. 

Sin embargo, a Haití después de verse los frutos del fracaso de todas las políticas de las ocupaciones e intervenciones extranjeras para apoyar la transición hacia un Estado moderno, incluyendo el Fondo para la Reconstrucción de Haití de las Naciones Unidas, los recursos del BID y de decenas de organismos internacionales y Organizaciones No Gubernamentales, los fondos del acuerdo de PetroCaribe…todos los esfuerzos e iniciativas de modernización han sido un absoluto fracaso.  

Desgraciadamente el espíritu tribal que impera en la nación vecina, con más fuerza en la región de la capital que en el norte y las fuerzas internacionales que inciden en el Caribe, las que dieron el golpe de Estado desde Miami, han impedido que avancen las fuerzas motrices de la modernización y el progreso. 

Y es que, en las sociedades con relaciones sociales tribales, la base primaria de la democracia y de los estados es la infraestructura y si no se dispone de realización de grandes planes de infraestructuras, no hay forma de estructurar un orden democrático. 

A Haití solo lo salva una gran inversión de China en el departamento norte, en la bahía de FortLiberté, frente a la bahía de Manzanillo, que despierte el interés geoestratégico de EEUU por la Isla, de manera real, no realizando inversiones de poca monta como acaba de aprobar el BID en  el muelle de Manzanillo de 100 millones de dólares, mientras los chinos están invirtiendo  miles de millones dólares en 10 de los principales puertos latinoamericanos y caribeños. 

Solo en el ¨Puerto de Chancay¨, en Perú, China en un puerto que participan los empresarios peruanos ha invertido 3,000 mil millones de dólares. Haití como está, en términos socioeconómicos y políticos, como nación, se le está agotando las opciones.

Ahora que la Comunidad del Caribe (CARICOM) y la Unión Africana, -dos organismos con poca fuerza política- han dado la cara por Haití, otras veces lo han hecho enfilando los cañones contra nosotros, es una buena hora para que la comunidad internacional- sobre todo Francia y EEUU- reconozcan y afronten con mayor responsabilidad el fracaso de sus políticas en Haití, antes de que aparezca un mesías o haya un genocidio o se desaten los demonios migratorios que amenacen la estabilidad de la República Dominicana. 

Francia y EEU, no el CARICOM  ni  la Unión Africana, tienen el deber de elaborar una solución factible para Haití, aunque  sea replicar las mismas medidas económicas que ambos países han venido aplicando en Ruanda  y Sudán (los militares han vuelto a joder nuevamente este país), o anunciar un plan de desarrollo como ha hecho Alemania para Namibia, destinando grandes fondos  financieros para posibilitar  la transición  democrática  y poner un ejemplo contra la impunidad de los responsables del asesinato del presidente Jovenel Moïse, incluyendo, enjuiciar a las compañías extranjeras que financiaron el crimen y el golpe de Estado. 

Aunque sigo creyendo que a Haití solo lo salva la inversión China. 

cerrona1@hotmail.com

 jpm-am

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