miércoles, 25 de noviembre de 2020

Cómplices de la risa: Chelsy se abre camino en el canto, pero hereda el humor de Cheddy García


 Ynmaculada Cruz Hierro

Santo Domingo, RD

Entre Cheddy García y su hi­ja Chelsy Bau­tista hay una complicidad muy especial. Madre e hija son actrices (aunque la jo­ven busca marcar camino en el canto) y cada una ha sabido asumir con respon­sabilidad las oportunidades que la vida le ha brindado en los medios.

Cheddy es una humorista natural, hija de las entrañas del pueblo. Pasaron muchos años para que un sector so­cial la aceptara y viera en ella lo valiosa que es en su terreno.

Su hija mayor, Chelsy (23 años), no creció ajena a ca­da uno de los pasos dados por la madre en el ambien­te artístico. La joven apren­dió, valoró y supo cómo ins­pirarse en la vida de una progenitora que luchó con uñas y dientes cada espacio ganado en la sociedad.

Hoy gozan del cariño de un público que valora y dis­fruta su trabajo en la tele­visión, el cine y ahora de Chelsy en el canto.

Estilo propio

Desde muy peque­ña Chelsy marcó su se­llo. Siempre será la hija de Cheddy, pero su trabajo ha caminado por sí solo.

“Siempre me sentí orgu­llosa de esa etiqueta (ser la hija de Cheddy) y de mi ori­gen. De hecho, trabajé para que la gente entendiera lo importante que era mi ma­dre en mi mundo e hice mi trabajo. Empezaron a dis­tinguirme por mi propia identidad artística”, confie­sa Chelsy al responder pre­guntas del LISTÍN DIARIO.

Cuando Cheddy supo que llevaba una niña en su vientre nunca proyectó que fuera a traer la vena del hu­mor, pero cuando la peque­ña comenzó a hablar y a dar señales de su personalidad no le quedó la menor duda de que había alumbrado a una artista.

“Yo siempre estuve muy enfocada en el compromiso de ser madre, y lo que que­ría era ser una buena madre y poder formar una bue­na ciudadana, una buena hija y una gran mujer. Ese fue mi compromiso, pero las cosas fueron fluyendo”, cuenta.

Recuerda que desde que la niña comenzó a intentar hablar, en su limitado len­

guaje, todo era motivo de risa para la familia por la gracia que exhibía.

Chelsy es humorista

Chelsy tuvo un gran poten­cial para la comedia y des­de muy pequeña acompañó a su madre en la televisión, ya a los 10 conducía su pro­pio espacio “Chelsymanía” por Telemicro, canal 5 y Di­gital 15.

De ahí su paso al cine fue inminente. La niña se ganó el cariño de la gente con el personaje de “Susanita” en las tres entregas de la saga “Lotoman”.

“Chelsy es una come­diante natural y muy joco­sa aunque es muy formal, muy seria en las cosas que emprende y hace, tiene esa vena cómica que de vez en cuando la deja fluir”, asegu­ra la orgullosa madre.

Su inspiración

Como es natural Cheddy fue el norte a seguir de Chelsy. “Mi mamá fue quien me enseñó a descubrirme a mí misma como artista y a enamorarme de lo que el artista puede lograr con su arte, por ende, sí fue mi ins­piración”, confiesa Chelsy.

Por otro lado, la niña quería ser médico, y no nie­ga que le asustaba seguir los pasos de la mami, por todo el trabajo que la vio pasar y lo duro que es la ca­rrera artística.

“Hasta que entendí que esa también era yo y que yo también quería luchar para ser una gran artista como ella”. Luego agregó: “Admi  ro cómo puede hacer tantas cosas al mismo tiempo y ha­cerlas bien. Siento que co­mo madre ha dado el 100% y con lo ocupada que es su profesión, eso es una haza­ña. Quisiera tener la misma fuerza de ella para luchar por todo lo que amo”.

Madre e hija son dos al­mas que se complementan. Cheddy siempre ha estado acompañando y guiando a su hija; y nunca sobran los consejos.

“Hablo con Chelsy de lo que significa el resultado que va acompañado de la palabra esfuerzo. He trata­do de inculcarle los valores familiares porque esta es una carrera cruel”, afirmó.

 DE CERCA

El canto.

Ahora Chelsy emprende un nuevo camino en la música, interpretando el género urbano. Sus aspi­raciones son llegar a ser músico completo, produ­cir sus canciones, tocar el piano de forma fluida y fusionar ritmos típicos dominicanos con el estilo urbano.

Desde niña.

“Siempre cantaba des­de pequeña en mi vida social. Amaba escribir poemas, y rimando me di cuenta que podía rapear. El resto del amor por la esencia urbana me surge por mi propia personali­dad”.

Madre confiada.

En esta nueva etapa, la madre está confiada en Dios en que su hija es­tá preparada para asu­mir los retos que lleva la carrera artística. “Estoy confiada porque mi hija tiene la madurez necesa­ria para enfrentarse a lo que venga. Tienen la dis­ciplina, el coraje y la va­lentía”, expresa Cheddy.

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