Por
Franklin Torres
Recientemente
leí un artículo en el periódico que me pareció importante compartir, ya que me
causó curiosidad y motivó a la reflexión. Se enfocaba en describir que nosotros
vivíamos en dos Repúblicas Dominicanas.
A
pesar de la isla estar dividida en dos partes, una dominicana y la otra
haitiana, aquí, en la dominicana, teníamos dos Repúblicas, las cuales ella
describía con sus diversas características. En una de las repúblicas impera el
derroche, los lujos, las fantasías.
Hay
comida en abundancia, clínicas dotadas de los más sofisticados aparatos
médicos. Las personas se transportan en lujosos y confortables vehículos. La
educación es bilingüe, recibida en amplias aulas con aire acondicionados o en
su defecto abanicos de techo.
Los
niños, niñas y adolescentes pueden ir de vacaciones de verano a Europa, a Miami
o a campamentos donde esparcen sus mentes para luego volver frescos y
dispuestos a sus clases de otoño. En esta República los que infringen la ley
son sometidos a simulacros de juicios, shows bien montados pero que al final se
quedan en simples espectáculos públicos y los infractores y corruptos siguen
tan sonantes y campantes como si no hubiesen hecho nada.
Sin
embargo, existe otra república, donde la desesperanza, la desilusión, el
desamparo reinan. En esta república muchos estómagos se duermen vacíos cada
noche. Los hospitales son centros de muertes en vez de sanación porque muchas
veces no aparece ni siquiera una aspirina para aliviar un simple dolor de
cabeza.
En
este otro país, las personas se transportan en vehículos destartalados,
llamados “conchos” o en guaguas públicas que con el tiempo se deterioran por
falta del debido mantenimiento. La educación es una quimera pues no es fácil
estudiar con el estómago en pijamas.
Ni
hablar de lo que en esa república le pasa a los que infringen la ley, pues
estos sí son perseguidos, juzgados y castigados severamente no importa si se
roban una gallina para comer. No importa, el sistema carcelario se hizo para
ellos, con ellos tiene razón de ser y se justifica el engranaje judicial.
Quizás
al igual que a mí y otros que leímos la información, nos lleve a reflexionar
este tema de las dos Repúblicas y te preguntes en cuál de las dos te ubicas,
qué haces para mejorar y por ende cambiar el sistema. ¿Te alineas a él porque
no hay de otra o tratas de hacer cambios para que funcione de otra manera?
GLOBALIZACIÓN
Y EXCLUCIÓN SOCIAL Los defensores de la globalización la presentan como la
panacea del atraso, rezago y arritmia social. Es un fenómeno de mundialización,
invisibilidad las fronteras entre países y comunidades étnicas. En el ámbito
económico las recetas globalizadoras sepultan las políticas Keynesianas y de
algún control del Estado por la avalancha neoliberal, que prosterna todo a la
voluntad del mercado.
En
las últimas décadas se ha estado en presencia de la eliminación del
proteccionismo, la promoción de una aureola libertaria que excluye cualquier
barrera arancelaria. El mundo se ha convertido en una pequeña aldea global que
se expresa en el comercio, la educación, la ciencia, y la cultura.
Sin
dudas que la globalización ha posibilitado el acceso a información, procura
competitividad y eficiencia, pero no ha generado equidad ni interdependencia…
estas décadas se han caracterizado por la producción de grandes riquezas y
contingentes de alimentos. No obstante crece la pobreza y el hambre. Los
mecanismos de distribución de riquezas no funcionan, la concentración
monopólica del capital cada vez más amplia, los niveles de consumo del primer
mundo, con relación al tercero son exorbitantes.
Se
aprecia un primer mundo obeso y colorido mientras el tercer mundo se mira
famélico, desnutrido, enjuto, luego, cadavérico… con la globalización se ha
focalizado la exclusión. Los países pobres son excluidos por los países ricos.
Dos terceras partes de la población mundial es pobre, hambrienta y marginal,
mientras dentro de la otra tercera parte está la elite del poder y la clase
media.
Unos
mil millones consumen más que seis mil millones, en la aldea global abunda el
hambre, desigualdad, desnutrición, falta de acceso a los servicios sanitarios,
alteración del equilibrio de los factores que intervienen en el clima. La
globalización ha generado un ambiente social excluyente.
Ha
supervalorado regiones del planeta y degradado otra. Un niño europeo o
norteamericano vale más que miles de niños africanos. La globalización genera
riquezas, bienestar, inclusión y calidad de vida en el primer mundo. Los
aldeanos del tercer mundo, de los países periféricos parecen condenados a ser
sobrevivientes. La elevada renta, esperanza de vida, disponibilidad de
alimentos, medicamentos y servicios acompañan a los ciudadanos del primer
mundo.
La
precariedad, desesperanza, incertidumbre y una reducida esperanza de vida son
elementos característicos para la mayoría excluida del planeta. La era global
ha venido a impactar las economías públicas y privadas, propiciando un ambiente
dominado por: privatización, desregulación, apertura, debilitamiento y reforma
del Estado, flexibilidad laboral, informaliza y terciariza el trabajo.
También
esta sociedad contemporánea se caracteriza porque domina el conocimiento,
relativiza la democracia preeminencia de los medios de comunicación, se hace
culto a la libertad y al cuerpo, el avance tecnológico, declive del
sindicalismo y predominio del patrón en la relaciones de trabajo. Esta era
etérea, vacía, cuestionadora de las reglas éticas de convivencia.
Es
una sociedad lúdica y visual donde muchos observan, opinan, pero al final decide
la elite del poder. Los niveles de exclusión de la sociedad contemporánea son
asombrosos. Esta sociedad pare excluidos por doquier. Las grandes mayorías son
excluidas de la economía, la tecnología y la cultura. La exclusión etiqueta,
estereotipa, invisibiliza a muchos que la llamada sociedad de la apertura ha
segregado. Este sombrío panorama impulsa a la construcción de una ciudadanía
activa que procure generar espacios de participación e inclusión donde la
condición de ser humano se coloque por encima de la condición del lucro,
beneficio y ganancia que se pregona en el mercado global.
La
era de la globalización es excluyente y generadora de desigualdad, afecta la
condición ciudadana de un individuo.
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