Por: Prof. Octavio García
Auxiliándose de mi mejor amigo,
el ¨diccionario¨; he notado como palabras diferentes como: virtud, vocación,
don y apostolado; parecen guardar ciertas diferencias pero con iguales
significados.
Para llevarla al contexto humano,
aquellas personas que ostentan una gracia especial sobre la realización de algo
se le suele decir que poseen un DON, pero la fuerza o eficacia de las cosas
para producir, la que definimos como
VIRTUD, también está estrechamente relacionada con esa palabra.
En esa misma línea podemos
mencionar la palabra VOCACION, definida según el pequeño Larousse; como la
inclinación o determinado estado o profesión y desde el punto de vista religioso,
la define como el sacrificio que hacen los cristianos para ayudar a los demás
sin esperar nada a cambio, sino el convencimiento de que esto le ganaran la
piedad divina.
Para utilizar un solo término, ya
que estas tres expresiones gramaticales de
nuestra lengua española están íntimamente relacionadas, la vamos a llamar
APOSTOLADO, porque precisamente esas palabras
son la condicionante que debe tener un buen maestro y un buen académico como
el licenciado Antonio Utate, al cual pretendo biografiar en este artículo.
El cual es conocido entre sus
colegas y alumnos por su gran persistencia, entrega, abnegación, solidaridad, sensibilidad
y métodos de enseñanza. Poseedor de una
gran disciplina y empeño por enseñar y aprender.
Un visionario rebosado de
valores, un ejemplo constante que con su apostolado al servicio de la
educación, motiva a la imitación de todos, incluso de aquellos que quisieran no
estar de acuerdo con su método afable y didáctico de enseñanza.
En los hechos y las palabras radica
su grandeza y su humildad la que sin arrogancia ni mucho menos presunciones
utiliza como arma infalible para aniquilar el analfabetismo, haciendo historia en
la educación actual.
El actual esquema educativo
concebido y ejecutado por el presidente Danilo Medina, el Ministro de Educación
Carlos Amarante Baret, el Director de Participación Comunitaria, Bienvenido
Flores y el de Antonio Utate, son ejemplos constantes y latentes en nuestra
sociedad.
Figuras, dos de ellas que no
pertenecen al magisterio, pero que también prestigian nuestra educación y el
país; siguiendo los esquemas y con la firme vocación del fundador de nuestra
patria, creen y confían ciegamente que con deseos y buena voluntad podemos ver
un mañana mejor.
Al igual que Juan Pablo Duarte
que tomó de la fuente del conocimiento, de las ideas ilustradas europeas
representadas Montequiu, Rousseau y Voltaire que sembraron en aquel joven las
ideas revolucionarias que aportaron al desarrollo intelectual de aquella época.
El licenciado Antonio Utate, un
maestro exquisito, leal a los buenos principios. Creyente y apegado a la ética y a un código
conductual que permita por medio de una buena educación, encaminar a la República
Dominicana por el camino de la paz, la equidad y el desarrollo económico y
moral a que aspiramos los dominicanos y
dominicanas de buena voluntad.
En cada escenario, en cada tarima
y en cada lugar que le toca realizar una maestría de ceremonia, mantiene su
aporte de maestro consagrado a la educación, articulando y resaltando con un floreo rico en valores, las
cosas buenas que deben prevalecer en toda sociedad.
No tengo reparo ni mucho menos
duda en resaltar lo inmenso de lo académico de este calificado maestro, cuyos aportes
a la educación se enriquecen aun más con la publicación de varias obras didácticas
que sirven y servirán como buen arquitecto, a la construcción de un sistema
educativo eficiente como el que se está implementando en los actuales momentos.
Su legado servirá de referencia
en las épocas sucesivas, escribiéndose con letras doradas un nuevo capítulo en
la historia educativa de esta nación.
Buen maestro en la primaria, en
los niveles medios y superiores, con un alto dominio de las matemáticas y las
ciencias de la naturaleza. Con una gran
aplicabilidad de los métodos didácticos, cargados de recursos innovadores;
fuente exquisita del saber.
Este apostolado de conocimiento,
entrega y dedicación con su patria, lo ha llevado a los niveles más altos del
sistema educativo, pasando por técnico de distrito, director de distrito,
director de centros universitarios, y profesor de maestría en su pueblo natal.
Posicionado hoy en uno de los
cargos mas relevante del Ministerio de Educación, desde donde puede seguir aportando
a los cambios que necesita una nueva educación para estos nuevos tiempos.
Su legado está cargado de
ejemplos, ya que la circunstancia lo ha llevado a andar por varios puntos del
país llevando el pan de la enseñanza sin importar las vicisitudes, como Jesús
Cristo con la cruz a cuesta, predicando la humildad y el ejemplo.
Es una figura apoteótica de la
educación dominicana de estos tiempos, como lo fueron ayer, Hostos, Salomé
Ureña, Francisco Henríquez y Carvajal y don Juan Bosch, por solo mencionar
algunos de nuestros grandes forjadores de la educación.
Pero también es comparable con
maestros de tiempos más recientes, idos a destiempo como Aurora Tavares
Belliard, Andrés López y Luciano Grullón, cuya historia está plasmada en las
mentes de aquellos que fueron sus discípulos y su legado será perenne en los
corazones de los mocanos.
El licenciado Antonio Utate es el
prototipo del maestro dinámico y proactivo, un paradigma a seguir, un horizonte
fecundo en cuales quieras de las latitudes que le toque actuar.
Por eso espero que la, presente y
futura generación de dominicanos y dominicanas no aplique en él, aquella
inquietud poética que reza ¨!oh América infeliz que solo reconoce a tus grandes
hombres, cuando son tus grandes muertos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario